Literatura

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En busca del escritor millenial

La historia de la literatura prueba que los adolescentes han escrito asombrosas creaciones sin necesidad de grandes experiencias vitales o un conocimiento claro de lo que estaban haciendo

Todos los escritores han tenido su infancia, y ninguna fue determinante para convertirles en grandes autores, de Stephen King a Franz Kafka
Todos los escritores han tenido su infancia, y ninguna fue determinante para convertirles en grandes autores, de Stephen King a Franz Kafkalarazon

La historia de la literatura prueba que los adolescentes han escrito asombrosas creaciones sin necesidad de grandes experiencias vitales o un conocimiento claro de lo que estaban haciendo.

A los doce años, Francis Scott regresó a su casa natal en Saint Paul, un pequeño pueblo en Minnesota. No era algo que le hiciese feliz, pero con doce años esa no era la prioridad de nadie. A su padre le acababan de despedir de «Procter & Gamble», una empresa de bienes de consumo, y la familia se había visto obligada a regresar a su viejo hogar en busca de una segunda oportunidad. «Maldita sea», dijo su padre frente a la fea fachada de ladrillo rojo de aquel edificio, «creo que si vuelvo a entrar, nunca podré volver a salir». Agarró con tanta fuerza la mano de su mujer que a ésta se le escapó un grito.

Aquellas palabras tuvieron un vivo efecto en la imaginación del pequeño Francis. Nada más entrar en su antiguo cuarto, sintió un fuerte peso en el cuerpo, como si el tiempo le encorvase el mentón y curvase sus dedos haciéndole viejo y amargado. Tenía doce años pero sentía que eso eran años de perro y en realidad tenía 84. Lo que hizo a continuación fue escribri en su diario; «Aquí murió el joven Francis Scott a manos de su oneroso y fracasado padre».

A partir de entonces empezó a utilizar su doble apellido y firmaba sus redacciones como Francis Scott Fitzgerald. En su escuela, la «St. Paul's Academy», siguió la historia de su «oneroso y fracasado padre», convirtiéndola en un oscuro relato de detectives que acababa con este párrafo: «Aquí murió el joven Francis Scott. Apretó el gatillo y sintió que el eco le encerraba en una especie de crisálida transformadora. Cuando su padre cayó al suelo, no reconoció a aquel triste animal. Nada le ataba a aquel cuerpo muerto, no había ninguna relación causal entre los dos, imposible decir que él era su hijo. El niño se rió. “Aquí murió el joven Francis Scott a manos de su oneroso y fracasado padre”, dijo y se marchó de aquella casa convencido de que no regresaría nunca»,

Sus profesores quedaron admirados por el texto y lo publicaron en la revista del centro. Le animaron desde entonces a continuar escribiendo y a los 19 ya tenía una primera novela en las manos llamada «El ególatra romántico». Podría decirse que el hecho de volver a su viejo hogar a los doce años indujo al peqeuño Francis a convertirse en escritor, pero estas causalidades suelen ser siempre falsas. Scott Fitzgerald se convirtió en escritor porque quiso, no por una venganza infantil contra su padre. El principio de indentidad no se puede basar nunca en lo que somos, porque como seres en construcción es imposible saberlo, sino en lo que queremos ser. Esto sirve sobre todo para cuestiones de género, pero también puede explicar por qué decidimos ser lo que somos.

Una lista infinita

La lista de escritores adolescentes es infinita y saber qué les indujo a iniciar esta deriva creativa es totalmente intrascendente. El brtasileño Jorge Amado tenía 18 años cuando publicó «El país del carnaval» a los 18 años. A los 19, el gran Samuel R. Delany iniciaba su profunda y poética colección de historias de ciencia ficción con «Las joyas de aptor». A esa edad, Mary Shelley ya se había escapado de casa, había tenido un aborto, había tenido una hija, se había casado con Percy Shelley y había escrito «Frankestein». El mismo Percy había publicado a los 18 la novela «Zastrozzi».

El caso más famoso, por supuesto, es el de Rimbaud, que a los 15 ya había publicado en «Reveu pour tous» un poema. A los 16 se carteaba versos con Verlaine y a los 17 malvivía en París con el poeta y antes de los 18 ambos se habían trasladado a Londres, abandonando Verlaine a mujer e hija. A los 19, además de publicar «Una temporada en el infierno», recibía un disparo en la muñeca de Verlaine y a los 20 ya era un ex escritor. Para qué vivir una larga vida cuando en cinco años lo puedes hacer todo.

Aunque el más prematuro fue Alexander Pope que a los doce años ya escribió su «Oda a la soledad» que incluiría luego en todas sus antológicas. A los 21 ya era el poeta inglés más popular con sus «Pastorales». Precoz también fue S. E. Hinton que a los 16 años acabó su primera novela y a los 18 publicaba su universal «Rebeldes». Fue tan prematura que incluso tuvo un bloqueo creativo a los 19 y no volvió a publicar hasta años después.

Otro de los genios prematuros fue Stephen Crane. A los cuatro años, sin ayuda, aprendió a leer y escribir. En la escuela, hizo dos cursos en sólo seis semanas y a los 14 sus cuentos ya eran buscados por diferentes publicaciones. De los 19 a los 20 años publicó 14 cuentos en «The New York Times» y a los 21 editaba «Maggie», novela que abriría el naturalismo norteamericano.

En los últimos años destaca la figura de Helen Oyeyemi, nacida en 1984 y que a los 18 años escribió «The Icarus Girl» y Ben Brooks que tenía la misma edad con «Crezco». Adolescentes millenials, no hay tiempo que perder, no hay razón para no escribir ¡ya!