Abusos a menores
«Es importante que tanto niñas como niños sepan que pueden ser víctima de abusos sexuales»
Pilar Polo es responsable del departamento de formación y sensibilización de la fundación Vicki Bernadet
Pilar Polo es responsable del departamento de formación y sensibilización de la fundación Vicki Bernadet.
– Para situarnos, ¿existen cifras sobre el número de casos de abuso sexual a menores?
– Las estadísticas nos hablan del 20% de la población y son datos validados por la Comisión Europea. Se habla normalmente de un 24% de casos de niñas y entre un 15 y un 17% de chicos, con lo que la diferencia no es tan abismal.
–Cuando hablamos de abusos sexuales a menores solemos pensar en niñas como víctimas. ¿Es una asociación justificada?
– Las cifras no nos dicen que sea justificada, porque estamos hablando de 7 puntos de diferencia, que pueden ser muchos, pero hablar que uno de cada siete niños ha padecido abusos es una situación suficientemente importante como para ponerla sobre la mesa. ¿Cuál es la diferencia que hace que pensemos que las niñas son más vulnerables que los niños? La única diferencia existente es que una niña en edad fértil puede quedar embarazada y un niño no. Pero como violencia es la misma y en cambio siempre nos preocupa más que las niñas puedan caer en manos de alguien que les haga daño y no tanto en el caso de los niños. Consideramos siempre mucho más vulnerables a las niñas y cuando yo no miro a un niño como un ser vulnerable, lo hago vulnerable.
-¿Los chicos tienen otra forma de gestionar estos abusos? ¿Quizá lo suelen silenciar más?
- Sí. La mayoría de personas que cometen abuso son hombres, con lo cual un niño lo primero que tiene que hacer es gestionar un abuso homosexual y preguntarse: ¿me ha gustado?, ¿soy homosexual?. Si el abuso fuera heterosexual la credibilidad de este niño quedaría también bastante en entredicho, porque aceptar que hay mujeres que abusan es algo que nos cuesta como sociedad. La idea de que las mujeres no abusan, sino que inician en la sexualidad a los jóvenes prepúberes, hace que si un chico ha padecido un abuso por parte de una mujer le sea difícil explicarlo por miedo a que no le crean. Si a eso añadimos una cultura en la que los hombres son fuertes, ser víctima es sinónimo de ser débil y para los chicos es complicado ponerse en esa posición porque no les han enseñado. Eso, unido a las circunstancias típicas del abuso, hace que sea difícil explicarlo.
- ¿La edad también cambia la forma de afrontar la situación por parte del menor?
-Sí, si estamos hablando de un niño menor de 8 años, es muy fácil que el abuso se produzca en el entorno familiar, con lo que muchas veces el niño se encuentra sin saber muy bien lo que está viviendo. Podría pensar que las formas en las que se expresa cariño o juegan las familias es esa. En el caso del adolescente, el abuso suele producirse en el entorno de confianza y muchas veces incluso para autoprotegerse de que no es débil, puede llegar a pensar que como ya es mayor está teniendo una experiencia que en cualquier momento controla. Pero es cierto que muchas veces se encuentra en situación de vulnerabilidad.
-¿A que edad es más difícil que la víctima reconozca el abuso?
-Es igual de difícil porque en el caso de los más pequeños, la dificultad está en que la relación que tiene con esa persona, aunque haya abusado de él, es una relación muy potente, con lo cual reconocerlo o rechazar a esa persona es complicado. Puede ser una persona que te ha cuidado bien pero te ha querido mal. El problema del abuso es que en muchos casos no lleva violencia física evidente añadida, sino que lleva mucha manipulación. No hay nada visible a ojos de los demás que diga que esa relación es perniciosa. La dificultad en los adolescentes es que creen que han de ser fuertes y por tanto encontrar la solución solos. Es la dificultad de salir y explicarlo.
-¿Cómo se ha de trabajar con los menores? ¿Es un trabajo diferente según la edad o el género?
-Es muy importante que tanto chicos como chicas escuchen que todos pueden ser víctima de abusos y hay que hacer una muy buena educación afectivo-sexual para poder salir de esa idea de que la sexualidad es penetración. También es importante que sepan que no por ser niños, varón, están libres del abuso, que tienen que protegerse y también tienen derecho a pedir ayuda.
-¿Los protocolos de actuación son eficaces a la hora de tratar a los chicos adolescentes?
-Muchas veces, el problema es que en la adolescencia se producen muchos cambios que achacamos a un cambio hormonal producto de la edad. Lo que es importante es saber que la adolescencia es una etapa vital que enmascar muchos problemas y que no nos podemos quedar con la solución fácil. Y si nadie lo detecta, el protocolo no se puede poner en marcha. Es muy importante hacer charlas y poner este tema sobre la mesa cuando se trabaja con adolescentes porque si alguno ha vivido esta situación pueda ponerle nombre y explicarla.
-¿Cómo puede la familia detectar un caso de abuso si existe hermetismo por parte de la víctima?
-Se habla de crear espacio de confianza y éste debe ser amplio porque es importante que un niño tenga siempre un adulto con quien hablar, que no siempre tiene que ser el padre o la madre y los padres tienen que entenderlo, porque muchas veces el silencio de los hijos es un gesto de amor a los padres, para que no sufran. Es importante decirles desde muy pequeños que, si quieren, pueden explicar todo lo que les ocurre y que nadie puede obligarles a guardar silencio sobre sus vidas.
-¿Hay suficiente prevención?
Ni prevención ni protección. Continua dando mucho miedo hablar de abuso sexual y en las escuelas sería muy fácil meter este tema: hay un eje transversal que es la Educación por la Salud y dentro está la educación afectivo-sexual y es aquí donde habría que hablar con tranquilidad de los abusos sexuales para que entrara en currículum Y como la sociedad no habla del tema, quien tiene que proteger no está informado.
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