Literatura

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Gil de Biedma y Carlos Barral, vendedores de alfombras

En 1988 los dos autores escribieron una serie de textos hasta ahora perdidos para una firma de Barcelona dedicada a la venta de tapices persas

Gil de Biedma y Carlos Barral, vendedores de alfombras
Gil de Biedma y Carlos Barral, vendedores de alfombraslarazon

En 1988 los dos autores escribieron una serie de textos hasta ahora perdidos para una firma de Barcelona dedicada a la venta de tapices persas

A veces aparecen textos de grandes autores en ediciones insospechadas que el tiempo se ha encargado de alejar de los lectores, lo que hace que sean trabajos que no aparezcan en sus antologías o en sus obras completas. Eso ocurre con una publicación curiosa aparecida en 1988. Se trata de un catálogo de alfombras orientales de un establecimiento situado en el número 18 de la calle Johann Sebastian Bach de la capital catalana. La iniciativa del empresario José Valladares Gutiérrez hizo que en ese volumen se reunieran dos buenos amigos: Jaime Gil de Biedma y Carlos Barral.

La firma Kirman fue la responsable de la publicación de este libro, casi una rareza. Hoy su espacio en esa calle de la zona alta de Barcelona lo ocupa otro establecimiento y no hay ninguna huella del paso de los dos escritores. Sin embargo, es fácil deducir que el poeta Jaime Gil de Biedma podía conocer este espacio porque su último hogar se encontraba a no muy lejana distancia. El autor de «Según sentencia del tiempo» vivía en la cercana calle Maestro Pérez Cabrero donde, por cierto, hoy no existe placa que recuerde que allí residió uno de los poetas más importantes del siglo XX.

A finales de 1988, Jaime Gil de Biedma era ya un escritor seriamente enfermo. El sida lo iba minando y le quedaba poco más de un año de vida. En diciembre de 1988 ofreció su última lectura de sus versos en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Antes de viajar a la «Resi», Gil de Biedma redactó un breve texto, casi de circunstancia, para el catálogo de la casa de alfombras Kirman. Es una introducción que no aparece recogida en ninguna edición de su obra completa. Dice así:

«Quien escribe de aquello que ama y entiende merece siempre ser leído. No nos aburrirá jamás. Menos aún si de tapices persas se trata. Su sola mención desde hace siglos suscita, para cualquier occidental sensible, un fastuoso repertorio de asociaciones históricas, plásticas y literarias como muy pocas obras de la mano del hombre aciertan a convocar. Nada entiendo yo de estos tapices que jamás dejarán de fascinarme. Mi amigo Pepe Valladares los entiende, los ama y ha dedicado a ellos su vida. Le escuché siempre con placer, y con idéntico placer le he leído ahora».

Más extenso es otro de los textos del catálogo, firmado por el editor y escritor Carlos Barral, uno de los grandes camaradas de Gil de Biedma. En 1988, Barral hacía mucho tiempo que había dejado de ser el responsable de la editorial Seix Barral donde había publicado las primeras obras de Marsé, Vargas Llosa, Cabrera Infante o al mismo Gil de Biedma. El editor, fallecido un año más tarde, estaba ocupado en sus memorias. En ese 1988 obtuvo el Premio Comillas por «Cuando las horas felices».

Desde su hogar marinero de Calafell, escribió una original indagación sobre la palabra «alfombra»: «Siempre he sospechado que la variedad de nombres de la alfombra en las lenguas hispánicas, tan vinculadas por constante fricción con las culturas orientales, debía esconder particularidades de su uso, del mobiliario y la suntuaria en los antiguos reinos ibéricos». Barral nos lleva por la Edad Media, así como por los mundos griegos y árabes, recordando al final que Felipe II «hizo alfombrar ricamente las calles [de Génova] desde los muelles hasta la escalinata de la catedral para entrar pisando como un grande con los relucientes cascos de sus caballos recién desembarcados».