Política

Crisis en el PSC

Iceta, un salvavidas para el PSC en tiempo de crisis

Miquel Iceta es seguramente el mejor orador del PSC y quien mejor representa la historia de un partido que una vez conquistó cotas de poder que jamás imaginó pero que hoy, en sus horas más bajas y al borde de la escisión, se aferra a él como un salvavidas que evite el naufragio.

Miquel Iceta i Llorens (Barcelona, 1960) lleva cuatro décadas de militancia socialista, en las que se ha curtido en mil batallas y le han convertido en un experimentado y hábil conocedor de las entrañas y recovecos de la alta política.

Empezó en las juventudes en 1978, estuvo en las cocinas de La Moncloa en los primeros gobiernos de Felipe González, colaboró en la revuelta de 'capitanes' del congreso de Sitges en 1994, llegó a ser el número dos del partido cuando lo lideró José Montilla, fue el ponente del PSC en la redacción del nuevo Estatuto catalán y ha sido uno de los ideólogos de la propuesta de reforma federal del PSOE.

Él sabe que no encarna la regeneración y, por eso, tras anunciar que presentará su candidatura a la primera secretaría del partido, no ha querido engañar a nadie y ha anunciado que no piensa en ser el cartel electoral del PSC en las próximas elecciones catalanas.

Pero la súbita dimisión de Pere Navarro y la inesperada renuncia de Núria Parlon a optar a relevarle -opción que gozaba del consenso generalizado-, han obligado a Iceta a dar la cara, mientras el resto parece esconder la cabeza a su alrededor.

"Podéis contar siempre con mi compromiso, trabajando desde donde haga falta y haciendo lo que haga falta", afirmó el domingo en la conclusión de su discurso en el Consell Nacional, que provocó una gran ovación de los asistentes.

Es consciente que su candidatura genera muchas filias, dado que la coincidencia general es que se trata del dirigente más fiable para sostener el timón del PSC hasta que pase la tempestad, pero también fobias, especialmente entre los sectores más críticos.

Su interés por la política empezó a gestarse de forma incipiente mientras cursaba COU y acudía a sus primeros actos de partidos de izquierdas. No votó en las primeras elecciones democráticas, al no ser mayor de edad aún, pero en 1977 se vinculó al Partido Socialista Popular catalán.

Pero su verdadera andadura política arrancó un año después, cuando se afilió a las Juventudes Socialistas de Cataluña y fue elegido secretario de Política Estudiantil en el congreso constituyente. Entre 1984 y 2011 fue miembro de la ejecutiva del PSC, órgano al que regresó este año.

Fue concejal en el Ayuntamiento de Cornellà a finales de los ochenta y, posteriormente, durante la primera mitad de los noventa, director del Departamento de Análisis del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, e incluso subdirector de este gabinete.

Entre 1996 y 1999 fue diputado en el Congreso y, desde entonces, es diputado en el Parlament, donde fue portavoz socialista durante casi una década y actualmente es secretario primero de la Mesa del hemiciclo. Trabajador incansable, con mucha influencia en el grupo parlamentario, lidera activamente la propuesta del PSC para la ley electoral catalana.

A inicios de este año regresó también al comité federal del PSOE. Muy respetado entre la dirección del socialismo español, su huella está presente en los pilares de la declaración de Granada, que gestó la propuesta de reforma constitucional en clave federal que abanderan ahora los socialistas como solución al encaje de Cataluña.

Y es que Iceta, que destaca en la distancia corta por su gran sentido del humor e ironía, es uno de los grandes ideólogos del PSC, donde actualmente preside la Fundación Rafael Campalans, el laboratorio de ideas de una formación que optó a liderar en 2011, pero se retiró de la carrera para no competir con Pere Navarro.

Justamente, el ya exlíder del PSC le citó en su último discurso hace dos días: "Como bien dijo nuestro compañero Miquel Iceta, el PSC fue diseñado para no tener que escoger entre el padre y la madre, entre Cataluña y España".

Con la consulta soberanista en el horizonte, un partido resquebrajado internamente y unas elecciones municipales a la vuelta de la esquina con la sombra de los malos resultados europeos, Iceta ha vuelto a dar un paso adelante entre los nubarrones. Un líder siempre en la sombra que ahora se ofrece a agarrar un timón que nadie parece querer entre la zozobra del socialismo catalán.