Ministerio de Defensa

«Ignoro las protestas, quiero ser piloto y el Ejército es una escuela más»

Los representantes de la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona esquivan el saludo a los mandos militares

El subteniente Molina informa a unos jóvenes que responden con gritos de «Viva España» a los activistas contrarios al estand
El subteniente Molina informa a unos jóvenes que responden con gritos de «Viva España» a los activistas contrarios al estandlarazon

Sin inauguración oficial ni consellers, por la aplicación del 155, el Saló de l'Ensenyament abrió su 29ª edición ayer en Montjuïc, puntual, a las 9.00 horas. Como viene siendo ya habitual en estas citas, a falta de consellers, la Generalitat envió a los secretarios generales de Ensenyament, Universitats y Empresa i Coneixement.

Sin inauguración oficial ni consellers, por la aplicación del 155, el Saló de l'Ensenyament abrió su 29ª edición ayer en Montjuïc, puntual, a las 9.00 horas. Como viene siendo ya habitual en estas citas, a falta de consellers, la Generalitat envió a los secretarios generales de Ensenyament, Universitats y Empresa i Coneixement. Pero los tres llegaron tarde. Igual que la segunda teniente de alcalde, Laia Ortiz. De esta manera, esquivaron los saludos protocolarios a los cuatro mandos militares que sí llegaron puntuales para estrechar la mano a los responsables de Fira de Barcelona, antes de dirigirse al estand que el Ejército, como cualquier otra institución que ofrece formación profesional, tiene en el salón desde que echó a andar.

Antes de que los cuatro mando militares llegaran al estand, ya había chicos y chicas haciendo cola, unos para saber qué se siente al conducir un F18 con un simulador y otros, como Yasmina, del IES Esteve Albert, para informarse. «Quiero ser piloto, no quiero ser otra cosa, lo tengo claro desde que soy una niña», dice a sus 16 años. Viene decidida a informarse de todas las ofertas que hay para cumplir su sueño y el Ejército es una de ellas. Mientras espera a que le atienda el subteniente de aviación Manuel Molina, su compañero de pupitre grita: «Visca Catalunya, lliure!». Yasmina espeta «¡qué tonterías dice!». «No veo ningún problema en querer desarrollar una carrera dentro del Ejército», dice.

Poco después, una cincuentena de miembros de la plataforma Desmilitarizemos la Educación organizan una «performance» ante del estand del Ejército. Gritan consignas como «fuera el ejército de la escuela» o «las armas no educan, las armas matan». También les dejan unos tiestos con flores. «No las dejéis morir», dice con sorna un activista, y el reservista y abogado José María Fuster-Fabra le responde que las plantarán en el cuartel del Bruc. «Defendemos una educación basada en el fomento de la cultura, la paz, el diálogo y el antimilitarismo», alega el portavoz de la campaña para desmilitarizar los espacios educativos, Jordi Muñoz. El subteniente Molina, que viene de hacer un curso en la OTAN, exclama «¡Ay, si supieran de qué amenazas proteje el Ejército !». Y añade que en este curso han aprendido a montar una base aérea en 5 días, «interesante para atender una catástrofe como un terremoto». El coronel Luis Castuera concluye «aquí choca el derecho a la libertad de expresión con el derecho a informar e informarse de los estudiantes».