Barcelona

Javier Pérez Andújar: “Me gusta más lo que no creo, creer es perder, resignarse”

El escritor presenta «La noche fenomenal», una novela con trasfondo paranormal para resucitar a sus amigos

El escritor Javier Pérez Andújar
El escritor Javier Pérez Andújarlarazon

El escritor presenta «La noche fenomenal», una novela con trasfondo paranormal para resucitar a sus amigos

Existen tres formas de mirar el mundo. La primera, y más común, es la llamada realista, es decir, la que está dictada por una causalidad newtoniana en que todo tiene una explicación lógica y visible. El problema es que si es lógica y visible, tiene que ser a la fuerza por un orden heredado, pues nada puede ser lógico sin que alguien lo haya convertido como tal antes. No hay lógica per se. Y nada puede ser visible si alguien no lo ha visto y descubierto primero. La capacidad del conocimiento sólo puede ser a partir de elementos ya vistos. El realismo, por tanto, es una forma muerta de mirar el mundo, pues miras como te han enseñado los muertos.

La segunda, y también común, es la «escapista» o la que huye de los parámetros del realismo y busca perderse en el fértil terreno de la imaginación. Aquí la lógica es invisible, no aparece, por lo que suceden acciones en apariencia sorprendentes. Sin embargo, siguen concatenados a una lógica fija, una especie de imaginación universal preescrita. De esta forma, esta forma de ver el mundo vuelve a estar marcada por los muertos, o sea, por los formadores de los parámetros lógicos de la fantasía. No hay, por tanto nada radical. Los que ven el mundo a partir de este tipo de imaginación lo único que hacen es huir, o sea, perderse.

Existe, sin embargo, una tercera forma de mirar el mundo. Aquí la lógica no es visible ni invisible, sino que no existe como tal. Un mundo sin lógica es un mundo por crear, o sea, es una forma performativa de mirar el mundo. Esta tercera vía, por tanto, crea mundos, crea lógicas, crea muertos, crea absolutamente todo. No es conformista y claudicatora como la primera, ni evasiva y cobarde como la segunda. Es combativa, directa, altamente peligrosa para el status quo pues lo confronta, y la única realista en el sentido de creadora de realidades.

El escritor Javier Pértez Andújar es uno de esos que mira al mundo de esta tercera manera. Es un chamán ontológico, que es una manera pedante de decir que es un escritor fantástico, no en el sentido de escritor de fantasías, sino de creador de fantasmas. Su última novela es la prueba definitiva. Se titula «La noche fenomenal» (Anagrama) y marca un antes y un después dentro de su narrativa, es decir, de su manera de mirar al mundo.

Barcelona llena de agujeros

El escritor de Sant Adrià del Besòs nos presenta una Barcelona extraña, pero hipnótica, donde no deja de llover en ningún momento, pero al mismo tiempo tan reconocible que convierte la imagen no en una fantasía, sino en una premonición. En esta ciudad ambigua se presentan unos misteriosos agujeros por los que, si caes, saldrás diferente, y cuando decimos diferente no nos referimos a que saldrás con un bigote y acento mexicano, sino que serás una persona persona diferente, y cuando decimos una persona persona diferente no nos referimos a que serás un poquito más alto y gordo, sino que serás ¡Walt Disney! A partir de aquí, la hilaridad dará paso a la nostalgia y la imaginación dará paso al nuevo realismo en una sensacional concurso de aventuras y peripecias. «Escribir es estar de espaldas al mundo mirando el abismo, como el cuadro “El caminante sobre el mar de nubes”, de Caspar David Friedrich. De repente me di cuenta de que escribir libros impregnados de crónica y alejados de la ficción me estaba metiendo en un callejón sin salida. Descubrí que lo único que te puede salvar es la ficción», asegura Pérez Andújar.

Los protagonistas de esta novela, tan coral que si los personajes fueran peces sería la pecera más maravillosa y colorista del mundo, son el equipo de un programa de televisión dedicado a los fenómenos paranormales que pronto se convertirán en protagonistas de todos los fenómenos que hasta entonces estudiaban de lejos. Los personajes son trasuntos de sus amigos, tanto vivos como muertos, una especie de idealización de la pandilla «donde los hago vivir todo eso que nunca pudimos vivir juntos», comenta.

Lo paranormal, y su defensa, es uno de los motores de esta historia donde Pérez Andújar se ha permitido dejar suelta su imaginación y dejar que los molinos no sólo sean gigantes, sino que sean molinos. «Siempre me han encantado los fenómenos paranormales. Me gusta más lo que no me creo, porque creer es resignarse, es una pérdida.

Y la novela es un homenaje a Barcelona, a la Barcelona que no existe, a la Barcelona que existe, y, sobre todo, a la Barcelona que acaba de existir ahora y para siempre. «Escribir de otra cuidad es escribir de otra persona que no soy yo. Sería traicionarme doblemente. Lo he probado, pero me siento falso. Puede que escriba ficción para huir de mi mismo, pero sigo atrapado en Barcelona y Sant Adrià del Besós», asegura. Y se equivoca. Porque no escribe para huir de si mismo, escribe para poder encontrarse de una maldita vez. Como dice en el arranque de la novela, citando a un anónimo del Siglo XIII, «Vayamos a buscar lo que no encontraremos». No, Pérez Andújar no escribe para huir, escribe para encontrar, aunque sepa que no lo hará nunca.