Sanidad
La cooperación entre médicos logra que Omar pase de no vivir más de 2 años a correr carreras
El Vall d'Hebron realiza la primera cirugía híbrida de Cataluña a un adulto con cardiopatía
La medicina no deja de reinventarse para mejorar la vida de las personas. Y hay veces, que tras un avance, hay un cambio simple que por requerir no requiere ni un euro.
La medicina no deja de reinventarse para mejorar la vida de las personas. Y hay veces, que tras un avance, hay un cambio simple que por requerir no requiere ni un euro. Por ejemplo, que dos equipos médicos de especialidades distintas cooperen. Algo tan sencillo, como «aparcar egos para entendernos», cuenta el doctor Carlos Sureda, del servicio de Cirugía Cardíaca del Hospital Vall d'Hebron, «ha permitido realizar la primera cirugía híbrida en una cardiopatía congénita de un adulto». Bueno, también ha sido posible porque el Vall d'Hebron es el único hospital público catalán que cuenta con un quirófano híbrido de alta tecnología. Pero un quirófano con equipos de imagen de alta generación sin médicos, es una infraestructura bella e inútil.
Para realizar una cirugía híbrida en una cardiopatía congénita ha sido necesario que cooperen cirujanos cardíacos y hemodinamistas. Los primeros realizan intervenciones a corazón abierto. Los segundos trabajan de forma percutánea, introducen catéteres a través de las arterias guiados por un equipo de radiología y sin abrir al paciente. Son intervenciones distintas pero en ocasiones son necesarias realizar en un mismo paciente. A menudo, estos pacientes son niños con cardiopatías congénitas que se solucionan durante la infancia. Cuando un corazón o una aorta no se desarrollan bien es frecuente tener dos lesiones.
Unificar dos intervenciones en una «reduce riesgos y estrés emocional para el paciente y facilita su recuperación», constata el doctor Miguel Ángel Castro, de Cirugía Cardíaca. Omar, el primer paciente en beneficiarse de este avance, llegó a Urgencias casi en paro cardíaco. Resulta que había nacido con una cardiopatía congénita, una estenosis silenciosa que en su país de origen no habían detectado por falta de medios. Aunque Omar no había tenido síntomas hasta tres meses antes de llegar a Urgencias. «Los jóvenes aguantan mucho», dice el doctor Castro. Omar carecía de uno de los tres velos que forman la válvula aórtica y el corazón no podía bombear sangre con normalidad. Le cambiaron la válvula defectuosa y le colocaron un stent, una especia de muelle que mejora la circulación de la sangre. Y le cambiaron la vida. Hubiera vivido dos años y ahora podría correr un maratón.
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