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«La dieta mediterránea puede reducir un 70% las emisiones de gases de efecto invernadero»

Entrevista a Anna Bach, directora del Máster de Alimentación, Actividad Física y Deporte de la UOC

La Razón
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Entrevista a Anna Bach, directora del Máster de Alimentación, Actividad Física y Deporte de la UOC.

La dieta mediterránea se ha consolidado ya como una de las más equilibradas, completas y saludables del mundo, pese a ello aún son muchas las personas que la abandonan. En este contexto, CosmoCaixa ha organizado un ciclo de conferencias para abordar diversos temas relacionados con las propiedades de alimentarse desde un punto de vista científico y una de las ponentes es Anna Bach.

-¿Qué entendemos por dieta mediterránea?

-Es un patrón de alimentación saludable, de hecho es de los más reconocidos a nivel mundial; es un modelo o filosofía de vida basado en recuperar todos esos platos de la abuela, de cuchara, de base vegetal, con cereales, legumbres, frutas, frutos secos, y todo ello complementado con la proteina animal. Se trata de la priorización de los productos estacionales, de temporada. Y todo se remonta a los años 50 o 60, después de la II Guerra Mundial, cuando se empezó a usar lo que en aquellos momentos había a nivel de la huerta, acceso al mar...

-¿Qué caracteriza a la dieta mediterránea y cómo sabemos cuando estamos realmente siguiendo una correcta dieta mediterránea?

–El márketing ha hecho mucho daño en este sentido y a veces es una idea desdibujada, pero al final se trata de recordar los platos típicos de cuchara. Hay una priorización del tratamientos del producto de origen vegetal y el complemento que da sabor de proteina animal, pero que no sea el protagonista, que es lo que ésta pasando ahora, que hemos invertido las proporciones del plato. Es una dieta a base de lo que hay en la huerta y en ese sentido está basada en la tríada de la dieta mediterránea que es el olivo -aceite de oliva-, el cereal y la vid del vino.

–¿Cuáles son los beneficios para la salud? ¿Están demostrados científicamente?

La ciencia ha demostrado que esta dieta mediterránea nos ayuda a nivel de longevidad y es buena para la prevención de muchas enfermedades crónicas. De hecho, hay estudios que aseguran que la dieta mediterránea puede disminuir en un 30% el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. También ayuda a prevenir otras enfermedades como la diabetes y algunos cánceres. Y no solo nos quedamos con aspectos metabólicos, sino que también prevendría todo lo relacionado con la degeneración cognitiva. Hay estudios que apuntan, por ejemplo, hacia la prevención del Alzhéimer y el Párkinson. No solo se trata de vivir más, sino también de vivir mejor.

– ¿Por qué reúne tantos efectos positivos para la salud?

–Es por el valor nutricional de la dieta mediterránea, esta presencia de fitoquímicos, de defensas para nuestra cuerpo, estos antioxidantes que son aliados para prevenir los dos grandes enemigos cuando envejecemos, que son la inflamación y la oxidación. La dieta mediterránea lucha contra estos dos grandes enemigos. Se diferencia de otras dietas por la presencia del aceite de oliva, los frutos secos..., en definitiva, de estas grasas saludables. Eso la hace más sostenible; no es tan rígida como otras dietas, es más felixible, por lo que es más fácil mantenerla.Y hay mucha base científica respecto a todo esto.

– ¿Es la más sana y recomendable?

–En nuestro contexto sí. Cada patrón nutricional tiene sentido en su cultura, en su clima, en su contexto en general. En este sentido, la dieta mediterránea tiene sentido en el Mediterránea, en nuestra cultura gastronómica. Tiene sentido en nuestro clima, donde hay acceso a estos productos de la huerta y del mar, porque al final lo importante es la priorización de los productos locales, de temporada y los eco friendly. De hecho, la naturaleza es muy sabia y todo viene en el momento en que lo necesitamos.

–Si tenemos una dieta tan completa, beneficiosa para la salud y a nuestro alcance, ¿por qué no siempre seguimos esta dieta?

–Muchas veces sabemos la teoría pero nos cuesta ponerla en práctica. Hay muchos factores que han hecho que la dieta mediterránea se abandonde en nuestro contexto : la incorporación de la mujer al trabajo, los cambios familaires a familias más reducidas,...

–En este sentido, la globalización, el que en invierno aún podamos seguir comiendo melón, por ejemplo, ¿ha jugado en nuestra contra?

–El Mediterráneo es un ecosistema con gran biodiversidd, muy rico. En nuestro caso, tener una quinoa que viene de los Andes no tiene mucho sentido, porque estamos produciendo un desequilibrio a nivel de sostenibilidad y eso nos va a pasar factura . Hay estudios que indican que si seguimos la dieta mediterránea, con sus productos y sus proporciones, podemos disminuir de un 30%a un 70% las emisiones de gases de efecto invernadero, el uso de energía y recursos como el agua o el uso de la propia tierra. Por lo tanto, esta huella medioambiental sería mucho menor si toda la población española siguiera la dieta mediterránea. Cómo comemos tiene mucho impacto en el medioambiente.