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La fama del arte

Las Drassanes de Barcelona acogerán en unos días la quinta edición de la feria de arte moderno y antiguo

El retrato de Enric Clarasó por Santiago Rusiñol, una obra de 1889, llegará a fama de la mano de la Galería Gothsland
El retrato de Enric Clarasó por Santiago Rusiñol, una obra de 1889, llegará a fama de la mano de la Galería Gothslandlarazon

Las Drassanes de Barcelona acogerán en unos días la quinta edición de la feria de arte moderno y antiguo.

Como si se tratara de un gabinete de las maravillas, uno de aquellos lugares en los que se guardaban todo tipo de inimaginables tesoros, las Drassanes de Barcelona serán otro año más –y van cinco– la sede de la Fira d'Art Modern i Antic de Barcelona (Fama). El certamen tendrá lugar del 6 al 10 de este mes con la presencia de 29 expositores que traerán obras de arte que van del siglo XII a principios del actual. Grandes firmas, grandes obras y la voluntad de atraer todo tipo de públicos son algunos de los principales ejes de esta feria en la que se expondrán pinturas, esculturas, grabados, joyerías, cerámicas, mobiliarios y libros. Ayer se presentaron las líneas generales de este salón de la mano de Carles Xarrié, presidente del Gremi d'Antiquaris de Catalunya; y Sergi Clavell, presidente de Fama.

«Los galeristas del siglo XXI deben aportar aquello que nosotros llamamos “iva”: un valor añadido», aseguró Xarrié. En este «valor añadido» se encuentra, entre otros aspectos, la capacidad de poder atraer la atención de los museos, posibles clientes de esta feria. Ayer se subrayó que en estas ediciones ha habido instituciones, como el Prado, el Mnac o el Museu de Lleida que se han convertido en clientes y han comprado en Fama para poder ampliar sus colecciones.

Si se tuviera que buscar una obra digna de un museo en la edición de este año de la feria, esta la encontraríamos en la barcelonesa Galería Gothsland. Allí se presentará una de las mejores obras de Santiago Rusiñol en manos privadas y ahora en el mercado. Se trata del estupendo retrato del escultor Enric Clarasó en su taller, una pieza de 1889. Antes de instalarse en el Cau Ferrat de Sitges, Rusiñol guardaba parte de su colección en el taller que compartía de Clarasó, situado en el número 38 de la calle Muntaner de Barcelona. Gracias al galerista Gabriel Pinós, que ha estudiado con detalle esta composición, podemos saber, por ejemplo, la satisfacción que sentía el artista ante el cuadro protagonizado por su amigos. Así se lo comunica Rusiñol a Clarasó en una misiva del 31 de agosto de 1889: «Escríbeme un poco a menudo si las valencianas que dices gustarte tanto te dejan tiempo libre para hacerlo. Concluí tu retrato del que estoy bastante contento».