Cine
Rent: Los hijos nacidos de la bohemia
El Onyric Teatre recupera el musical «Rent», de Jonathan Larson, hito del Broadway de los 90
Daniel Anglès recupera “Rent”, uno de los musicales favoritos de los jóvenes de la era grunge
Jonathan Larson había malvivido demasiados años en un Nueva York que acogía a los artistas con los brazos abiertos, pero sólo si pagaban el alquiler y les quedaba algo para invitar a copas. Sino, les obligaba a realizar trabajos de camarero que a penas le permitían pagar la calefacción y les abotargaba la imaginación. En el Nueva York de 1991 había censados, por tanto, sólo 14 artistas y 113.500 camareros. A Larson no le importaba, sabía que su suerte iba a cambiar.
Llegaba tarde, y no le gustaba llegar tarde. Llovía, había aglomeraciones de gente en la calle, y los paraguas no le permitían ver, pero en realidad no, era mentira, no había nadie en la calle, hacía demasiado calor, a pesar de ser enero, y no tenía excusa. Por algún motivo, se había quedado dormido, pero eso era algo que no iba a confesar. No ahora. Nadie podía creer que estaba agotado o que la presión podía con él. Esta era su gran oportunidad y más le valía estar preparado.
Cuando llegó al teatro, todos los actores estaban preparados en el escenario y el director esperaba sentado en las butacas centrales de la platea con cara de querer estrangular hasta a las plantas. «¿Dónde estabas, Jonathan?», preguntó al verle. «Que empiecen, que empiecen. ¡Larry, desde el principio!», gritó, sentándose al lado del director mientras pensaba en alguna excusa que decirle. No tenía ninguna. Cuando empezó la música y oyó el intro de piano de «Seasons of love» por fin pudo olvidar sus problemas.
Cuando acabó el ensayo, Jonatha Larson permaneció quieto, con los ojos cerrados y la cabeza recostada en el respaldo del asiento. El director intentó despertarle, pero pronto vio que aquello no era una broma, que el chico estaba incosciente. Le llevaron corriendo al hospital y pudieron respirar tranquilos, había sido una falsa alarma, sólo una intoxicación. «Lo último que he escuchado es una canción sobre morir al final del milenio. Sería irónico que me pasase a mí», bromeó Larson con sus amigos. Al destino a veces le divierte ser macabro.
Un día antes del estreno oficial en Broadway, en el ensayo de vestuario, Larson concedió su primera entrevista al crítico musical del «New York TImes» sobre su obra, «Rent». Era el 100 aniversario del estreno de «La Boheme», la célebre ópera de Rossini que servía de inspiración a su musical, y aquel hombre le aseguró que «Rent» iba a ser un gran éxito. Larson le creyó y se marchó a casa feliz, convencido que en Nueva York, al día siguiente, habría un artista más.
Llegó a casa exhausto, pero feliz. Se preparó un té, dispuesto a caer en el sofá y quedarse dormido pensando en ensoñaciones de alegría y amor. No tuvo tiempo. Volvió a caer al suelo, desfallecido, mientras el timbre de la olla de té empezó a sonar cada vez más agudo y espectral. Jonathan Larson nunca pudo ver el impacto que tuvo «Rent», una obra en cierto sentido autobiográfica en que había volcado todas las visicitudes de los aspirantes a artistas malviviendo en la gran manzana mientras esperan su gran oportunidad. Parecía un castigo divino, como a Moisés, que no se le permitió nunca llegar a la tierra prometida. Jonathan Larson sólo fue artista una vez muerto.
Una gran producción
El Teatre Onyric acoge una nueva producción del musical «Rent», auténtico hito del Broadway de los 90. Dirigido por Daniel Anglès, cuenta con un elenco de 17 actores y cinco músicos en directo, en un ambicioso montaje que pretende seducir a todos los amantes del teatro. «Es una obra sobre jóvenes que luchan por conseguir la aceptación social a través de su arte. Es una historia sobre las pasiones, el sentido del amor, la lucha y la creatividad de una gente que siempre corre el riesgo de morir a sus puertas», comenta Anglès.
La obra sigue de rabiosa actualidad ya que pone encima de la mesa la dificultad de los jóvenes para aspirar a una vivienda o visibilizando las inquietudes de la comunidad LGTBI. Larson defnitivamente era un artista.
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