Estreno

La inmadurez de «Orlando» de Virginia Woolf sube a Temporada Alta

Katelijne Damen es «Orlando» en un monólogo basado en la novela homónima de Virginia Woolf
Katelijne Damen es «Orlando» en un monólogo basado en la novela homónima de Virginia Woolflarazon

¿Es posible vivir 400 años? ¿Existe alguien que nazca varón y 200 años después sea mujer? ¿Puede un amante de la Reina Isabel I de Inglaterra casarse con un hombre en el siglo XIX? De momento, sólo se ha dado un caso y está limitado a los terrenos de la ficción. Es «Orlando», la novela homónima de Virginia Woolf, que a través de una parodia de las biografías al uso que abundaban en las librerías de principios del siglo XX decidió escribir la historia de este hombre/mujer capaz de metamorfosearse espontáneamente y cambiar después de dos siglos de vida de género.

El neerlandés, uno de los grandes especialistas en subir grandes obras literarias al teatro, se ha atrevido a adaptar esta difícil y lírica novela en un monólogo que quiere compartir al espectador en cómplice de todos los avatares que sufrirá el personaje. Para ello, cuenta con la colaboración de la actriz Katelijne Damen, que hace un recuento de la difícil vida de Orlando.

Novela de aprendizaje

«La obra no deja de ser una novela de aprendizaje. Vemos a Orlando vivir 400 años, lo que tarda en madurar y convertirse en adulto», afirmó ayer Cassiers, que el año pasado trajo a Barcelona su versión de «El corazón de la tinieblas», de Joseph Conrad. Damen no sólo toma el papel de Orlando, sino del historiador que explica su historia, de la propia Virginia Woolf, «y de cada una de las personas del público, que pueden verse identificados con este hombre/mujer», aseguró la actriz.

El montaje utiliza como recurso escénico un complejo sistema de videoproyecciones, con todo lo que se ve en la pantalla manipulado en directo sobre la escena. Esto convierte a la obra en algo más que un monólogo. Podría decirse que es un cuadro donde de capturan los diferentes momentos de la vida del personaje. Cassiers sitúa cuatro cámaras colocadas sobre el escenario para crear un juego de espejos con imágenes dentro de imágenes, con la intención de acercarse a una novela que, según el dramaturgo, «es un libro dentro de un libro dentro de un libro».

Para el director, la historia es una celebración a la vida. Orlando, al contrario de lo que podía parecer, no es un ser en crisis, sino «una persona que quiere tanto a la vida que se olvida de morir». El montaje quiere capturar toda la belleza poética del libro original y trasladar uno por uno todos los temas que la conforman, desde la forma en que la mujer ha sido tratada a través de la historia, hasta la compleja relación que siempre ha existido entre cultura y naturaleza. Orlando, 100 años después, todavía sigue vivo.