Política

Pediatría

La mitad de los niños rusos adoptados tiene trastornos de alcoholismo fetal

Salut formará a pediatras para abordar la afectación. Las familias que quieran acoger en países del Este serán avisadas y valoradas.

Los hermanos Alexey y Denis, dos niños rusos adoptados, tienen síndrome de alcoholismo fetal, y hacen sesiones de terapia asistida con perro en el Vall d'Hebron. Foto: Efe
Los hermanos Alexey y Denis, dos niños rusos adoptados, tienen síndrome de alcoholismo fetal, y hacen sesiones de terapia asistida con perro en el Vall d'Hebron. Foto: Efelarazon

Salut formará a pediatras para abordar la afectación. Las familias que quieran acoger en países del Este serán avisadas y valoradas.

La doctora Nuria Gómez, psiquiatra y responsable del Programa del Síndrome Alcohólico Fetal del Hospital Vall d'Hebron, cuenta que uno se sus pacientes cambió a un desconocido una bicicleta de 400 euros por una chocolatina y llegó a casa contento, no entendía por qué sus padres se tiraban de los pelos. Además de ser hiperactivos y tener dificultades para controlar las emociones, los niños y adolescentes con Síndrome Alcohólico Fetal (SAF) tienen dificultades para distinguir a un amigo de un desconocido, son muy ingenuos y cariñosos, pero tienen problemas para entender qué piensan y sienten otras personas, comprendrer las normas sociales, las bromas y los dobles sentidos. Todo esto dificulta adaptarse a la vida cotidiana.

El 90 por ciento de los aproximadamente 200 pacientes con SAF que atiende el Vall d'Hebron son niños y adolescentes adoptados en orfanatos de Rusia y Ucrania.

Aunque el año pasado sólo se adoptaron 19 niños rusos, de los 12.575 menores adoptados en Cataluña entre 2000 y 2016, uno de cada tres (4.195), procedía de Rusia o Ucrania. Alertados por el aumento de niños y adolescentes diagnosticados con Trastornos del Espectro del Alcoholismo Fetal (TEAF), cuya forma más grave es el Síndrome de Alcoholismo Fetal, el equipo de la doctora Gómez, junto al equipo del doctor Oscar Garcia, del Hospital Clínic, y de la doctora Victoria Fumadó, de Sant Joan de Déu, impulsaron un estudio coordinado por el Institut Catalán de la Acogida y de la Adopción y la Subdirección General de Drogodependencias de la Agencia de Salut Pública de Catalunya. El resultado, tras analizar una muestra representativa de 162 niños adoptados procedentes de Rusia y Ucrania es que la mitad tiene algún trastorno del espectro de alcoholismo fetal. Es más, un 20 por ciento tiene SAF, el grado más grave de este grupo de trastornos provocados por la ingesta de alcohol durante el embarazo.

Los números son similares a un informe parecido elaborado en Suecia el año 2010, publicado en la revista «Pediatrics», que revela que el 52 por ciento de los menores adoptados de Rusia y Ucrania tiene TEAF.

En la mayoría de poblaciones, se diagnostican entre 0,5 y 3 casos de TEAF por cada mil nacimientos. Pero este número se dispara en los Países del Este, donde el consumo de alcohol entre mujeres está muy extendido.

La directora del Instituto Catalán de la Acogida y la Adopción, Agnès Russiñol, confirmó ayer que la Generalitat no prohibirá la adopción de países del Este. Porque «para los estos niños que están en un orfanato, la adopción es la oportunidad que tienen de poder vivir en familia. No vamos a robarles esta posibilidad», constató Russiñol durante la presentación de los resultados de este estudio pionero. Lo que sí hará es introducir cambios en el proceso de adopción. A partir de ahora, las familias que quieran iniciar un proceso de adopción en uno de estos países, serán alertadas de los riesgos y serán valoradas para atender a niños con necesidades especiales. De hecho, en Ucrania, las adopciones están restringidas desde 2012, sólo se permite dar en acogida a hermanos biológicos de niños adoptados anteriormente o menores que hayan hecho previamente un periodo de acogida.

Asuntos Sociales también está elaborando una guiá para orientar a familias con hijos con TEAF. Este trastorno agrupa un amplio abanico de anomalías físicas, mentales, conductuales y cognitivas. Según la dosis consumida los niños tienen características físicas –ojos y labios estrechos, pliegues en las manos, retraso en el crecimiento, peso y perímetro de la cabeza– o alteraciones en el sistema nervioso, alteraciones neuropsicológicas en el comportamiento, así como retraso en el aprendizaje. Para facilitar su diagnóstico, Salut Pública formará a profesionales.