Arte, Cultura y Espectáculos
La música entra con fuerza en el Primavera Sound
Por fin llegó el día grande que todos esperaban. Las puertas del Fórum se abrieron a primera hora de la tarde y la marabunta, ansiosa de música, entró en tromba. El Primavera Sound está oficialmente en marcha. Los más madrugadores fueron los extranjeros, que este año han invadido definitivamente el festival, pero no estaban solos.
El Inquilino Comunista albergó al público local, en busca de poder revivir viejos tiempos pasados. Hace 20 años publicaban su primer disco, pero por el entusiasmo que pusieron no se notó. «¿Se nos ha pasado el turrón?», preguntaron. Parecían temer la respuesta, pero fue que no.
En el otro extremo del mundo, así de grandes son las distancias este año, empezaron a tocar Wild Nothing, que son jóvenes, pero también suenan como si fuera 1993. El viento hacía estragos frente al mar, pero consiguieron subyugar a una audiencia con la pereza típica de esa hora de la tarde. Voces lánguidas,melodías que detienen el tiempo, y, mientras, el vientolo arrastraba todo frente a la espectacular noria que este año preside el festival. En el otro extremo del recinto, White Fence apostaba por la voz en falseto para cantar como si el año 1967 no fuese tan aburrido como cualquier otro.
Entonces empezó uno de los platos fuertes de la tarde, Neko Case y su rock americano de raíces, sensible, sincero, surgido de los intrépidos patriarcas del nuevo mundo. Era su primer concierto en España y se confesó muy nerviosa. «El banjo siempre lo arruina todo», dijo la artista, pero no es cierto, ancla la música a la tierra y uno se siente más real.
A escasos metros, Sean Nicholas Savage, en formato «unplugged» daba un recital de dramatismo soul del siglo XXI. Es una especie de Freddy Mercury pelirrojo que se convierte en Montserrat Caballé cuando quiere.
A las 20.30 horas Manel estrenó en directo su nuevo disco, «Atletes, baixin del escenari»,con sonidos más eléctricos y directos al grano. Sus fans estaban delante, detrás, unos pocos extranjeros que, bueno, probablemente no disfrutaron tanto, pero se quedaron con el nombre.
A esa hora, todos estaban en Tame Impala, que demostraron que lo suyo no es «hype» y que la psicodelia, en directo, es doblemente psicodélica. Estaban un poco tirantes, como si tocar no les salga natural, sino todo muy estudiado, pero no defraudaron. Y todo antes de los grandes reclamos de la noche. No está nada mal para empezar.
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