Educación
La otra Selectividad
Los alumnos con trastornos del aprendizaje se examinan de las Pruebas del Acceso a la Universidad amparados por un Tribunal Específico
Finalmente, llegó. Después de un curso entero centrado, básicamente, en las Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU), más de 32.000 alumnos se repartieron por las universidades catalanas para afrontar la temida Selectividad. El primer examen, que como cada año es el de Lengua castellana, siempre es el más temido y el que más nervios refleja, «pero en cuanto empiezas a hacerlo, toda la presión se esfuma», relata Blanca después de preguntar a sus compañeros «qué es eso de la catáfora». «Es que la lengua no es lo mío», explica esta estudiante del IES Sant Ignasi en la puerta de la facultad de Filología de la UB, donde se concentran todos los alumnos del área metropolitana de Barcelona que quieren examinarse de la PAU y que, como Blanca, sufren dislexia o algún otro trastorno del aprendizaje.
«Aunque los nervios son los mismos que los que puedan sufrir los demás, nosotros respiramos algo más tranquilos sabiendo que aquí nos corrigen con más amor», bromea Ramón, futuro economista. «Eso sólo si me llega la nota, necesito un 10,5 para entrar en la Pompeu y como mis notas no han sido brillantes en Bachiller, tengo que sacar un ocho en Selectividad», comenta mientras repasa los apuntes de catalán. «Éste seguro que será más difícil», se dice a si mismo.
Todos los que se examinan en esta facultad de la UB lo hacen bajo el paragüas de un Tribunal Ordinario Específico (TOE), que funciona en Cataluña desde 2010 gracias a a las reivindicaciones de las asociaciones de padres y alumnos, y en especial, de la Asociación Catalana de Dislexia. Es la que ha conseguido que este colectivo pueda examinarse de las PAU con adaptaciones a su tipo de trastorno, que pasan por aumentar media hora el tiempo para realizar la prueba, poder leer en voz alta las instrucciones y que el profesorado encargado del aula esté pendiente de recordarles que repasen las respuestas antes de entregarlo. A la hora de corregir, este Tribunal estará avisado de la situación del estudiante, por lo que no penalizará las faltas de ortografía atribuíbles a su dilexia.
«Antes también se les dejaba más tiempo, pero se les restaba de sus minutos de descanso», aclaran desde esta asociación, que aplaude la constitución del TOE pero critica los requisitos para poder ampararse en él. «Es indispensable que sigan un plan individualizado desde la ESO y el problema es que a muchos de los alumnos se le diagnostica en Bachiller, por lo que ya no pueden acceder», explican. Una tónica común dadas las deficiencias de muchos centros para establecer un diagnóstico temprano de estos chavales: «Su dificultad con la lectoescritura les provoca frustración, se sienten lentos y asilados. Además se tiende a pensar que sufren algún tipo de deficiencia cuando en realidad su nivel de inteligencia está en la media», aclaran desde este colectivo.
Algo que estudiantes como Blanca o Ramón han dejado bien claro. Su lucha por llegar a la temida nota de corte es, ahora, la misma que la del resto. «No necesito una calificación alta, quiero hacer Psicología en la Blanquerna, pero voy a por todas. Quiero demostrar que tengo las mismas aptitudes que el resto para estudiar lo que realmente quiero», reivindica la que será, sin duda, una brillante psicóloga.
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