Teatro

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La parálisis neurótica de tres hermanas

Jordi Prat i Coll dirige «Els tres aniversaris», versión kitsch de la obra de Chejov de la alemana Rebekka Kricheldorf

Joan Negrié con Albert Triola
Joan Negrié con Albert Triolalarazon

Jordi Prat i Coll dirige «Els tres aniversaris», versión kitsch de la obra de Chejov de la alemana Rebekka Kricheldorf.

Ya lo decían en «Matrix», no es lo mismo saber el camino que recorrer el camino. La sabiduría no es saber cosas, sino saber lo que pueden provocar y provocarlas, vamos. Una señora llamada Anais Nin solía decir que el autoanálisis o autoconocimiento no provoca otra cosa que la introversión, es decir, el ensimismamiento en uno mismo y la incapacidad de moverse de allí. Todo esto no es más que deferentes formas de decir lo mismo, que la inteligencia, si no está dirigida y proyectada para producir un cambio, no es más que estupidez. Y cuando la inteligencia se convierte en estupidez, el mundo se convierte en un lugar muy triste y vacío de significado.

La dramaturga alemana Rebekka Kricheldorf vio todo esto y mucho más en esas «Tres Hermanas» de Chejov y decidió recargar el sentido de su embobamiento e inacción con una visión hiperbólica y kitch de la obra maestra del dramaturgo y escritor ruso. El resultado es «Els tres aniversaris», una revisión moderna del texto que desnuda esa estupidez humana que afecta a la gran mayoría de gente inteligente.

La Villarroel acoge del 5 de mayo al 11 de junio esta peculiar «comedia amarga» dirigida por Jordi Prat i Coll con un elenco de seis actores comandados por Joan Negrié, Anna Alarcón, Rosa Boladeras, Miranda Gas, Victòria Pagès y Albert Triola. Producción de la Sala Trono, fue el propio Negrié quien descubrió el texto hace cuatro años y medio en una lectura dramatizada en Roma. Impresionado por la reacción que tenía en el público, convenció a Kricheldorf para que le cediese los derechos y al final lo consiguió. La dramaturga alemana nunca había sido representada en España y no dudó en darle la oportunidad al actor. Sin embargo, a pesar del entusiasmo de todos aquellos a los que dejó leer el texto, no ha sido hasta ahora que ha conseguido poder llevarlo adelante. «La verdad es que no me puedo creer que el viernes vayamos a estrenar el montaje, un texto que despierta una sonrisa por el patetismo de unos personajes en el que todos podemos reflejarnos como en un espejo», asegura Negrié.

La obra está dividida en tres actos, cada uno representando la fiesta del 38, 39 y 40 aniversario de Irina. Vemos como a pesar de sus discursos, deseos y voluntades de estas hermanas y las personas que las rodean, son incapaces de hacer que nada cambie en sus vidas y se ven arrastradas a una parálisis neurótica sin darse cuenta que el tiempo pasa y la reacción cada vez es más difícil. «El primer acto despierta muchas risas. El segundo, en el que se vuelven a repetir los mismos esquemas, deja al espectador con una sensación extraña. Y para el tercer acto, la sensación de vacío ya es total», dice Prat i Coll.

El patetismo de los personajes consigue al final convertirlos en pequeños héroes del fracaso, algo que les hace cercanos e invita a la empatía. A nadie le cambiará la vida, por supuesto, pero sólo porque, como decían en «Matrix», saber el camino no es igual que recorrerlo.