Barcelona
La permisividad de Colau propicia el renacer del «top manta»
La alcaldesa niega que haya menos presión policial pero los «manteros» reaparecen y son más agresivos
Dos hechos ocurridos durante esta semana han evidenciado que el fenómeno del «top manta» ha vuelto a resurgir con fuerza,tanto en Barcelona como en las localidades más turísticas del resto de Cataluña.
Por una parte, es bien conocido que un «mantero», Mor Sylla, un hombre senegalés de 50 años, murió al caer por el balcón de un piso durante una operación de los Mossos d’Esquadra en tres viviendas francas, precisamente contra este tipo de actividad delictiva, en Salou. El suceso provocó altercados y la comunidad senegalesa de esta localidad se enfrentó con los agentes, lanzando piedras y objetos, además de cortar las vías del tren durante diez horas. El caso está pendiente de su correspondiente investigación, y el conseller de Interior, Jordi Jané, pidió comparecer en el Parlament para ofrecer explicaciones.
Agresión
Por otra parte, el viernes cinco agentes de la Guardia Urbana resultaron heridos leves durante un operativo ordinario contra el «top manta». Los hechos ocurrieron sobre las 15.00 horas en las Ramblas de Barcelona, entre elLiceu y el mercado una de la Boqueria, una de las zonas –de nuevo– más concurridas por los «manteros».
Según fuentes municipales, los agentes se dirigieron a un grupo de vendedores ambulantes para requisarles el material y extender la correspondiente denuncia, y en el momento de sujetar a una de los «manteros», uno de los urbanos fue agredido con un bastón. Los compañeros del retenido lanzaron piedras al resto de agentes, y consiguieron escapar sin ser identificados.
Estos dos hechos han vuelto a poner el asunto del «top manta» encima de la mesa, tras unos meses en los que no se hablaba casi nada del tema.
Lo evidencian las propias declaraciones de la propia alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, quien propuso que los «manteros» vayan a recoger chatarra como alternativa a su «modus vivendi». Opinó que la solución para esta actividad «no es policial» y negó que se haya rebajado la presión policial para este colectivo.
Sin enmbargo, esto no parece cuadrar con la realidad. Tras años en los que los «manteros» eran prácticamente invisibles en todos sus lugares favoritos, como las citadas Ramblas, paseo de Gràcia, plaza Cataluña y, especialmente, el metro, vuelven a campar a sus anchas, siendo mucho más visibles que en los últimos años. La sensación es que hay más que nunca y, por momentos, el intercambiador de la estación de metro –la rotonda subterránea– se vuelve a parecer mucho más a un mercadillo ambulante que a un intercambiador de paradas de metro.
El actual teniente de alcalde de derechos, Ciudadanía, Participación y Transparencia, Jaume Asens, escribió un tuit que decía «Lamentable. La persecución policial a Salou contra el «top manta» termina con un senegalés muerto». La concejala de Ciutat Vella, Gala Pin, tampoco ha ocultado nunca sus simpatías hacia los «manteros».
«Efecto llamada»
El presidente del grupo municipal del PP en Barcelona, Alberto Fernández, señaló ayer que el top manta es un problema de «orden público, tras ser agredidos y heridos siete agentes de la Guardia Urbana en dos días. El líder popular reclamó «contundencia» contra esta actividad porque perjudica el comercio que paga impuestos y crea empleo, y también pidió actuar contra la violencia que practican los manteros, ha informado el partido en un comunicado.
Fernández reclamó a la alcaldesa, Ada Colau, que rectifique su actitud de «permisividad» hacia el top manta y las declaraciones en las que aseguró que no se trataba de un problema policial.
No es la única voz que pide más mano dura contra este fenómeno. Lógicamente, el sector del comercio tradicional también se ha quejado, teniendo en cuenta la proliferación de «manteros» por los municipios más turísticos, sobre todo en el litoral, tanto en Girona como en Tarragona.
En algunas ocasiones, los comerciantes han tildado de «prevaricación» cualquier tipo de acuerdo de los ayuntamientos para tolerar la presencia de «manteros», en clara referencia a los casos de Cambrils y El Vendrell, que permitieron incluso una especie de zonas de «top manta» libres de presencia policial.
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