Arquitectura

La Sagrada Familia, un exabrupto genial

Una imagen del estado actual de las obras del templo de la Sagrada Familia y, en primer término, la maqueta con lo que debe ser la construcción final que estará finalizada en 2026, coincidiendo con el centenario de la muerte de Gaudí.
Una imagen del estado actual de las obras del templo de la Sagrada Familia y, en primer término, la maqueta con lo que debe ser la construcción final que estará finalizada en 2026, coincidiendo con el centenario de la muerte de Gaudí.larazon

El último pleno del Ayuntamiento de Barcelona volvió a reflotar la polémica en torno a las obras en el templo.

La Sagrada Familia es desde hace tiempo uno de los símbolos de Barcelona, uno de los edificios que dibujan la fisonomía de la ciudad, aquello que los horteras llaman «sky-line». Pero el templo, ahora que parece encarar su recta final, no es del agrado de muchos, empezando por el ayuntamiento de la capital catalana. Así lo demostró el pasado viernes el socialista Dani Modal, concejal de Arquitectura, que definió la basílica como «mona de Pascua gigante», además de «pseudobra de Gaudí» y «gran farsa que arrastramos desde hace tiempo». Tampoco se quedó atrás el concejal de la CUP, Josep Garganté, quien calificó apoyar la realización de la obra como «pagar la fiesta del obispado».

Es la recuperación de un viejo debate que nos llega cuando los responsables de la obra anuncian que solamente quedan diez años para la conclusión de la obra que ideó Gaudí. Pero esta es una discusión que se remonta a los inicios del controvertido proyecto en Barcelona, con voces muy críticas del nivel, por ejemplo, de Josep Pla.

En «Barcelona, una discussió entranyable», el escritor ampurdanés definía la Sagrada Familia como un «exabrupto genial», recordando que Gaudí puso en marcha una arquitectura «per al poble cristià de catacumba que ell somiava, un poble dominat per la força del remordiment». Pla apuntaba, al contemplar el lento crecimiento del edificio, que « em semblava que la personalitat era superior a les formes de l’arquitectura, les quals no eren més que un reflex d’un esperit angoixant, asfixiant, prepotent. Em semblava trobar-me davant d’una construcció firmada en els seus menors detalls, que no es podia atribuir més que a ell. No pensava més que en ell».

Pero Pla no fue el único el hablar públicamente de la Sagrada Familia con una mirada crítica. El 9 de enero de 1965 aparecía un muy crítico texto en la sección de cartas al director de «La Vanguardia». La larga misiva planteaba un muy interesante debate sobre el futuro del templo, sobre todo por no contar con el evidente concurso de su responsable, de Antoni Gaudí, fallecido en 1926. «En Gaudí hay un aspecto pictórico y escultórico que es esencial y este aspecto sólo él lo podía realizar, Sin el, la obra queda falseada y disminuida. Pero, además, no disponemos de ningún proyecto, de ningún plano auténtico de Gaudí. Esta razón es concluyente y todas las anteriores parecen innecesarias. No se puede continuar la Sagrada Familia de Gaudí porque no existen planos; todo lo que se haga son improvisaciones. Nadie que respete de veras la obra gaudiniana puede colaborar a esta mixtificación», se decía en la extensa misiva que apuntaba: «A nadie se le ocurriría terminar un cuadro o una escultura, pero un edificio, ¿se puede terminar sin el arquitecto que lo concibió?». La carta tenía el respaldo de nombres de peso del mundo de la arquitectura, el arte o la literatura como Le Corbusier, Camilo José Cela, Jaime Gil de Biedma, Joan Brossa, Antoni Tàpies, Joan Miró, Salvador Espriu o Josep Maria Subirachs. Este último se convertiría unos años más tarde en uno de los escultores del templo, generando de nuevo la polémica.

En 1990, la revista «Artics» cargaba contra Subirachs por su labor en la fachada de la Pasión de la Sagrada Familia. La revista «Artics» organizó una manifestación que llegó a reunir a unas 500 personas que mostraron su oposición a la labor llevada a cabo por el escultor, con proclamas como «Subirachs, cómprate un Exin-Castillo». La protesta contó con numerosas adhesiones, como las de Enrique Vila-Matas, Jorge Herralde, Juan Genovés, Joan Brossa o Román Gubern.

El debate continúa y es probable que en los próximos diez años sigan surgiendo voces críticas en torno al templo. La intervención del pasado viernes en el pleno del Ayuntamiento de Barcelona nos recuerda que la Sagrada Familia se está erigiendo ante miradas de asombro y voces elogiosas, pero también han existido y existen los críticos ante la obra.