Literatura

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La vida marinera, mejor en libro

La aparición de la excelente novela gráfica «Un océano de amor», de Lupano y Pannacione recupera el gusto por las grandes historias marítimas

Fotograma de «Master & Commander», adaptación de las célebres novelas de Patrick O’Brien
Fotograma de «Master & Commander», adaptación de las célebres novelas de Patrick O’Brienlarazon

La aparición de la excelente novela gráfica «Un océano de amor», de Lupano y Pannacione recupera el gusto por las grandes historias marítimas

El mar siempre ha sido escenario de grandes historias. De «La isla del tesoro», de Stevenson a «Lord Jim», de Joseph Conrad, «Moby Dick», de Melville, «Cuentos de los mares del sur», de Jack London o «20.000 lenguas de viaje submarino», la mayoría ponen el acento en la aventura, pero hay todo un lustro de ejemplos de grandes obras maestras del mar que se centran en otros géneros, desde la lucha por la supervivencia de «La narración de Arthur Gordon Pym», a los fantasmas de los cuentos de «Los mares grises sueñan con mi muerte», de William Hope Hodgson o los espías de «El enigma de las arenas», de R. Erskine Childers. Y por supuesto, la memorias de grandes marineros, que explican en primera persona lo duro que es la vida en el mar, por muy romántica que pueda parecer.

La editorial Reservoir Books acaba de publicar «Un océano de amor», de Wilfred Lupano y Grégory Panaccione, una estupenda novela gráfica que introduce un nuevo elemento, la histora de amor y la ecología, dentro del género de obras sobre el mar. Sin diálogos, sin ni una sola palabra, con la fuerza de las imágenes y sus entreñables personajes, nos cuentan una historia de amor de un modesto pescador que tendrá que superar mil y un desastres hasta encontrarse de nuevo con su amada. Sí, es otra «La Odisea», de Homero, la primera gran historia marítima, pero sin necesidad de conocer la Grecia clásica y los únicos monstruos son humanos, demasiado humanos.

Dentro de los dramas marítimos en primera persona nos encontramos clásicos como «Dos años al pie del mástil», de R. E. Dana. Este escritor y abogado estadounidense dejó Harvard y se inscribió en un barco mercante para descubrir abrumado el contraste entre marineros y oficiales en alta mar. Cuando regresó escribió sus experiencias y se convirtió en activista anti esclavos. Su novela, surgida de sus diarios en alta mar, reflejan la crueldad de los oficiales contra los marineros de una manera que sientes odio y desprecio a un tiempo.

Otro fenómeno en describir la vida en un buque es «De grumete a almirante», del capitan Marryat., marinero y novelista, amigo de Charles Dickens, que creó el género de aventuras marineras que seguirían después Patrick O’Brien, con la serie que inició con «Master & Commander» o C. S. Forester y su serie sobre Horacio Hoornblower. La diferencia, Marryat sí explicaba cosas que había vivido, no cosas que había leído, con lo que su impacto es mucho mayor.

Otro recuento memorialístico que vale la pena recuperar es «Navengando en solitario alrededor del mundo», de Joshua Slocum, recuento de sus peripecias en alta mar a finales del siglo XIX intentando ser el primero en dar la vuelta al globo sin compañía. El gran protagonista del libro es Spray, su velero de 37 metros de eslora, que le acompañará hasta el final de sus días.

A partir de aquí, hay muchas otras obras maestras dentro del género, empezando por el medieval San Brandan, monje evangelizador irlandés protagonista de los «Navegatio Santi Brandani» , hito de la literatura de aventuras, lleno de aterradores misterio, exotismo y revelaciones emocionantes. Él mismo se hizo construír un curragh, una embarcación bastante curiosa, y junto a catorce monjes empezó su peregrinación hasta llegar a la isla de San Borondón, mítico islote junto a las Islas Canarias que aparece y desaparece. ¿Quién lee hoy día un texto del siglo VI? Deberían ser todos los que lean hoy día, por pocos que queden.

Está claro que es mucho más seguro sentarse en casa y leer sobre la vida marinera que hacerlo in situ, pero el efecto emocional, con estos libros, es igual.