Alimentación
Los centros de apoyo escolar activan planes de emergencia alimentaria
Ofrecen un lugar para comer y ducharse a los hijos de familias sin recursos
Las nefastas consecuencias de la crisis ha sumido a uno de cada cuatro menores catalanes en la pobreza. Sean más o menos conscientes de su situación, muchos de estos niños y niñas no pueden ni si quiera comer una vez al día correctamente ni tampoco asearse diariamente. Ante un escenario tan desolador y alarmante, muchos centros, inicialmente creados para dar apoyo escolar y lúdico a menores en riesgo de exclusión, se han visto obligados a adaptarse para atender a estos niños.
«Nunca habíamos pensado que tendríamos que dar comida a los niños o facilitarse un espacio en el que asearse porque no es la función original de estos centros», señala Sonia Martínez, directora de la Federación de Entidades de Atención y Educación a la Infancia y la Adolescencia (Fedaia) a Ep. En Cataluña existen unos 200 centros que, puestos en marcha gracias a la colaboración de las diferentes administraciones y entidades privadas, tienen por objetivo principal ayudar a los menores con dificultades en el colegio o de inserción social. En estos espacios se les dota de los instrumentos básicos parar relacionarse, aprender y crecer.
Sin embargo, ya no basta con dar un apoyo escolar y de ocio a estos niños. Como señala Martínez, «la profunda emergencia social que hay en Cataluña hace que miles de niños no puedan ni siquiera comer una vez al día». Así, estos puntos de encuentro y referencia para niños y familias se han reconvertido para asegurarles los recursos básicos para su correcto desarrollo y han activado sus planes de emergencia alimentaria. «Al ver que las familias no pueden ofrecer comida a sus hijos, los centros dan desayunos, comidas y meriendas, algo insólito», resalta Martínez.
Actualmente, la Fedaia atiende a unos 35.000 menores en todo el territorio catalán. La mayoría de los centros abiertos tienen entre 20 y 40 plazas pero, según alerta Martínez, algunos ya registran lista de espera. La directora de la Fedaia explica que la pobreza infantil empezó a dispararse hace cinco años, al inicio de la crisis, pero que ha sido este año cuando «se ha agudizado muchísimo».
«Se intenta priorizar a los que están en peor situación» cuando un centro no da abasto, apunta Martínez, pero aún así esta «reconversión a marcha forzadas» no es suficiente para atender toda la demanda actual.
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