Sucesos
Los manteros y la Guardia Urbana se enfrentan en la L3
Un vendedor llama a sus colegas después de que le riñan por intentar colarse en el Metro
Un vendedor llama a sus colegas después de que le riñan por intentar colarse en el Metro.
Todo empezó con un gesto tan habitual como colarse en el Metro. Una práctica universal que en todas las ciudades supone un importante coste para el transporte público. Sólo que ayer un vigilante de seguridad recriminó a un mantero que tratara de entrar en la estación de la L3 de Plaza Cataluña sin pagar. Y al vendedor ambulante no le gustó que le riñera y se enfrentó al agente de seguridad privada. Algunos usuarios del Metro intercedieron en defensa del vigilante y avisaron a una patrulla de la Guardia Urbana que había en el intercambiador de Plaza Cataluña. Pero el mantero reaccionó pidiendo ayuda a otros vendedores ambulantes con su teléfono móvil.
Sus compañeros respondieron a la llamada, como cuando Tico silbaba a Rigodón en «La Vuelta al Mundo en 80 días». Y entonces, se armó la de San Quintín. Evidentemente, no hubo bajas como en la batalla que enfrentó a franceses y españoles un verano también de hace 500 años. Pero la jarana fue vistosa y sonora. Los manteros se enfrentaron a los agentes de la Guardia Urbana, algunos de los cuales iban con casco, lo que daba más épica al enfrentamiento. Y los policías sacaron sus porras. Los vendedores ambulantes, al sentirse acorralados, optaron finalmente por cometer el pecado original, saltar las puertas de acceso a la estación y correr.
Ya en el anden de la Línea 3 corrieron en dirección a los pasillos que llevan hasta el transbordo a la Línea 1. Pero en vez de meterse en el vagón de un Metro, optaron por salir a la calle, en la boca de la Ronda Sant Pere, según informó Transports Metropolitans de Barcelona (TMB). El operativo desplegado hace un año por los Mossos d’Esquadra, la Guardia Urbana y la policía portuaria para disuadir la compra-venta de «top manta», no ha servido de mucho. Los manteros siguen vendiendo en las zonas más turísticas. También en la zona del Pla de Palau, llegando a la Barcelona, donde puestos de artesanos venden sus productos. Este colectivo se queja de la competencia desleal que ejercen los manteros.
El gobierno de Ada Colau no acaba de encontrar la fórmula para atajar con este problema que se alimenta del turismo.
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