Desapariciones
Los padres de Cristina Bergua: «Preferimos la noticia fatídica que vivir en la incertidumbre»
"Cuesta de entender que tras recibir un anónimo que decía que buscáramos a Cristina en los contenedores, se tardara once meses en poner en marcha el dispositivo policial para hallarla", indican
La entrevista con Juan Bergua y Luisa Vera tuvo lugar exactamente el día en el que se cumplía una triste efeméride, los 21 años de la desaparición de su hija Cristina.
La entrevista con Juan Bergua y Luisa Vera tuvo lugar exactamente el día en el que se cumplía una triste efeméride, los 21 años de la desaparición de su hija Cristina.
– Se cumplen 21 años de la desaparición de su hija Cristina. ¿ Cómo se sienten ahora mismo?
– Luisa Vera: Cada vez tenemos menos esperanzas, pero seguiremos luchando, para su recuerdo.
– ¿Se han sentido desamparados en algún momento por parte de las autoridades o de los cuerpos policiales?
– Juan Bergua: Bueno, a los cuatro meses de la desaparición de Cristina, la Policía Nacional recibió un anónimo que decía que buscaran el cuerpo en los contenedores de basura. Desde la carta hasta que miraron los contenedores, que va al vertedero transcurren once meses. No tiene sentido. Se tenía que empezar a rastrear ya, y únicamente lo hicieron ocho policías. Estuvieron un mes, la Generalitat no pagaba a la empresa, y se paró todo. La conselleria de Justicia no nos hizo caso. Queríamos hacer guardia en la plaza Sant Jaume, pero finalmente la juez que llevaba el caso lo reabrió, aunque había el problema económico.
– Unos 50 millones de pesetas de la época.
– J.B: No, eran once millones de pesetas.
– L.V: Aunque por supuesto nos alegramos de que en el caso de Marta del Castillo hubiera tantos policías.
– J.B.: Si en lugar de ser nuestra hija, hubiera sida la hija de algún político famoso, ¿hubieran escatimado?. Esa es la pregunta, parece que hay gente una categoría o de otra. Pero nos dio fuerzas, y así fundamos la asociación InterSOS, por la injusticia que vivíamos. Fuimos a todas partes, al Ministerio de Justicia, de Interior. No era nuestro caso. Era el de muchas familias. Pedimos al Congreso de los Diputados que el 9 de marzo, fecha de la desaparición de Cristina, fuera el Día Nacional de los Desaparecidos. El problema es que elaboraron unas estadísticas que sólo comienzan a partir de 2010.
– El 94 por ciento de las desapariciones se solucionan antes de un mes.
– J.B.: Sí, pero si hay 14.000 denuncias de desapariciones y se solucionan 13.000, nos preocupan las 1.000 que no. Nuestra denuncia fue en 1997, pero únicamente hay estadísticas a partir de 2010.
– La denuncia la pusieron el mismo día, aunque creo que tienen que pasar 24 horas.
– L.V.: Eso es un bulo. Se dice, pero no es verdad.
J.B.: Tienes una hija y tiene que llegar a casa a las 22.00 horas, y no hay teléfonos móviles. Y una amiga suya te dice que la acaba de dejar.Dicen que hay 6.000 desparecidos, pero hay muchos más. Y son familias que sufren. Nosotros buscamos a Cristina, como Juan Carlos Quer a Diana Quer, o Antonio Cortés a Mari Luz. Es lo mismo.
–También ahora el caso de Gabriel.
– J.B.: Sí, exacto, o Yeremi Vargas, que lleva once años desaparecido. Hablé con la madre de Gabriel, le dije que se lo tomara con paciencia, que tenga muchísima fuerza. Que no pierda nunca la esperanza, aunque soy consciente que el niño no se ha ido voluntario, eso lo tengo clarísimo. Vamos a colgar hoy imágenes de Gabriel y Yeremi en el acto que celebraremos aquí al lado. Digas lo que digas es difícil, porque en estas familias manda más el corazón que la razón.
– Volviendo a Cristina, esa misma tarde, ella quería decirle a su novio, Javier, que quería romper la relación.
– J.B.: Por la mañana salió con las amigas, y les dijo que por la tarde iría a casa de Javier, para decirle que no quería salir más con él. Les dijo a sus amigas que lo pasaba mejor con ellas. Por la tarde estaba aquí, y nosotros nos marchamos a dar una vuelta. Regresamos sobre las 20.30 horas. Ella tenía que regresar a las 22.00 horas. Y no regresó. A las cinco minutos le dije a mi mujer que se pusiera en contacto con las amigas de Cristina. Fui a poner la denuncia, y les dije que algo había ocurrido. Tenemos la costumbre de que aquí todo nosotros dejamos una nota, si vas fuera. Ella siempre avisaba de todo.
– Javier dijo que la acompañó hasta la carretera de Esplugues, muy cerca.
– L.V.: Es lo que dijo. En teoría ella le dijo que tenía que cenar con nosotros y con una tía.
–J.B.: Eso no se confirmó. Es que no era verdad. Ella tenía que venir aquí a las 22.00 horas. Mi hijo fue al rato a casa de Javier. La dejó a unos 100 metros. El problema es que él no se inmutó, no se preocupó por el motivo de que Cristina no apareció.
_ ¿Que les parecía Javier?. Cumplió una condena de prisión por tráfico de drogas.
_ L.V.: La verdad es que casi no teníamos relación. Yo le vi una vez. No sabemos nada de él.
– J.B.: La verdad es que tampoco tengo interés en ir a buscarlo.
– ¿Sospecharon de él?
– J.B.: Yo sí. Lo dije en su momento a través de los medios de comunicación. 40 minutos después de que desapareciera mi hija estaba impasible, y más tarde, mi mujer fue a hablar con él, y ni se alarmó. Mi hijo le volvió a ver, y seguía ahí tan pasivo, algo tenía que esconder. La Policía le interrogó. Y dio su versión, e insistió en que la acompañó. En el registro de su casa, no se encontró nada. Al cabo de unos años insistí en que se reabriera el caso. Y sucedió. Fue cuando los Mossos d’Esquadra ya tenían las competencias, e hicieron un gran trabajo, investigando a todo el mundo. Entonces hablaron con Javier, con una orden judicial. Y se mantuvo en lo mismo, que no tenía nada que ver y tal.
– Aquí hay algo que no cuadra.
–J.B.:En esa época, en esa calle, había una discoteca, con mucha gente diferente. Dos de los cuatro carriles de la calle eran para aparcamientos. Había muchísimos bares de copas. ¿La subieron a un coche y se la llevaron?. No lo sabemos. Desde que salimos de casa el 9 de marzo de 1997 hasta hoy no hemos tenido ni una sola pista. Hemos repartido carteles por todos los sitios. Tenían una chica detenida en Puigcerdà, que se podría parecer a nuestra hija, pero no ella. También hubo muchos avisos falsos.
– ¿Detectaron algún problema en ella los meses previos a su desaparición?
–L.V.: Que va, estaba contenta. Escuchaba música, tocaba la guitarra, ponía la tele. Estaba estudiando segundo de BUP.
– J.B.: Era muy solidaria, participaba en campañas.
–La marcha voluntaria se descartó.
–J.B.: Está más que descartada.
–L.V.: Además, si fuera así, se habría llevado dinero, a veces me pedía.
–¿Cómo lo ven ahora todo?
– L.V.: Pues estamos desesperados, y para bien o para mal queremos saber que es lo que pasó. Lo peor es la incertidumbre.
– J.B.: Preferimos que nos llame la Policía y que nos diga que han encontrado unos restos óseos, que lo han cotejado, y que es nuestra hija. Es duro, sí, pero se habría terminado. Lo peor es un año tras otro viviendo en la incertidumbre.
– L.V.: Es como estar muertos con vida.
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