Artur Mas

Mas aplaza la remodelación de su Gobierno hasta el lunes

Ignora la oferta de ERC para entrar en el ejecutivo. El president prioriza un acto de CDC el sábado al relevo de sus consellers interinos

Mas, ayer, acompañado por última vez de la vicepresidenta Ortega, en un pleno del Parlament
Mas, ayer, acompañado por última vez de la vicepresidenta Ortega, en un pleno del Parlamentlarazon

Artur Mas fue el primero en confirmar ayer a Unió su divorcio con Convergència. El president de la Generalitat está decidido a no presentarse el 27-S con fórmulas pujolianas ambigüas que funcionaron a CiU durante más de 30 años, hasta que en 2012 CDC se abrazara a la «estelada». Y Unió le incomodaba. Los de Josep Antoni Duran Lleida se van por principios, después de que CDC les diera un ultimátum para sumarse a su hoja de ruta soberanista. Una adhesión difícil de argumentar tras el resultado de la consulta del domingo, con el que los democristianos pretendían negociar concesiones antes de dar el sí quiero a la lista del president. Pero en vez de irse con determinación, Unió esperó a que CDC escenificara la ruptura.

El todavía conseller de Interior, Ramon Espadaler, insistía aún por la mañana, en una entrevista en RAC1, en que estaba por ver si la federación se rompía. Hasta las 9.00 horas, sostenía que sólo había tenido noticias de CDC –que la noche anterior reunió a su comité de gobierno–, a través de los medios de comunicación. Pero apenas pudo mantener el interrogante una hora. Durante la sesión de control, el portavoz de CiU, el convergente Jordi Turull, sirvió a Mas el anuncio en bandeja. Confirmó el divorcio entre Unió y CDC que pretende que sea «amistoso». Hasta el lunes no tomará ninguna decisión sobre el futuro de su gobierno con el argumento de que hoy hay pleno y no quiere interferir en el trabajo parlamentario.

Si su obsesión al frente de la Generalitat era distinguirse de su antecesor, el gobierno tripartito, la ruptura con Unió y la salida de los consellers Joana Ortega, Ramon Espadaler y Josep Maria Pelegrí recuerda a la crisis que obligó a Pasqual Maragall a avanzar las elecciones. En 2006, ERC abandonó el gobierno tripartito tras defender el «no» en la consulta sobre el Estatut, que veía «desafeinado» tras su paso por el Congreso.

Aunque ayer sonaran nombres –Francesc Homs asumiría Governació, la vicepresidencia quedaría suprimida; el conseller de Cultura, Ferran Mascarell, la portavocía, y otro ex socialista, el director general de lo Mossos, Albert Batlle, Interior–, Mas soslayó el debate. La única pista que dio fue ignorar la oferta que Oriol Junqueras le hizo para entrar en el gobierno. Reconstruiría el puzzle gubernamental con gente de su administración y de su partido.

Aunque tras consumarse la ruptura, la tensión entre los dos ex socios fue «in crescendo», en el pleno, Mas solo tuvo buenas palabras para los consellers de Unió. «Han hecho un muy buen trabajo en un momento muy difícil», les reconoció.

El conseller de Interior, Ramon Espadaler, que al no ser diputado vivió su último pleno, quiso despedirse. «He pasado los mejores años de mi vida», agradeció al president, que exhibió buena sintonía con Ortega. Pero pese a las palabras bonitas de unos y otros, un divorcio y más después de un matrimonio de 37 años, no está exento de turbulencias. Aunque Mas se esmerara en explicar que no es una separación por disputas personales, ni terceras personas (que podría personificar Junqueras), sino que hay discrepancias de fondo sobre un proyecto, el resto de partidos urgó en la ruptura.

El PP, Ciutadans, ICV y también el PSC, otra víctima de la apuesta por la independencia de Mas, reprocharon al president que su proyecto soberanista es como un molinillo. Primero despedazó al psc y ahora a Unió, porque no solo se ha divorciado la federación, el partido de Duran queda dividido tras la consulta interna

La oposición atiza a Mas

«¿Cuántas cosas más tendrá que romper para que se de cuenta de que la independencia unilateral no es viable?», le preguntó Miquel Iceta. El primer secretario del PSC llegó a plantear incluso que era un día para pedir la dimisión inmediata de Mas, pero como hay elecciones en tres meses, el PSC esperará a que los ciudadanos voten. Para ayudarles a decidir, Iceta recordó que el balance del gobierno es una «birria» porque no ha logrado ni competencias ni proyectos relevantes.

La misma conclusión comparten Alicia Sánchez-Camacho y Albert Rivera. La presidenta del PP catalán echó en cara a Mas que «todo lo que toca lo rompe o lo divide». Y el líder de Ciutadans que «quería romper España y lo que ha logrado es romper su gobierno». Pero sin Unió, as tiene las manos libres para elaborar su lista,donde puede integrar a los soberanistas.