Abusos sexuales

«No podemos ir tranquilas de noche, quizá nos espera en el portal»

Los vecinos de la Verneda insisten en mostrar su repulsa por el regreso del violador múltiple

«No podemos ir tranquilas de noche, quizá nos espera en el portal»
«No podemos ir tranquilas de noche, quizá nos espera en el portal»larazon

Los vecinos de la Verneda insisten en mostrar su repulsa por el regreso del violador múltiple.

Fue la madrugada del jueves cuando sucedió un hecho que hacía tiempo que temía el barrio barcelonés de la Verneda y, sobre todo, sus mujeres. Gregorio Cano Beltri salió de la cárcel de Brians 2, subió a un vehículo y, aparentemente, se dirigió a su domicilio familiar en la citada zona.

Salió tras cumplir una pena de 20 años (fue condenado a 167) por 17 agresiones sexuales probadas. Pese a sus escuetas declaraciones tras salir de la cárcel, en las que incluso se mostró arrepentido, la verdad es que nadie lo da por rehabilitado, y es un firme candidato a reincidir (pese a que el porcentaje en el campo de los violadores no sube del 6 por ciento).

«¿Está ya en casa?», preguntan dos chicas adolescentes al periodista. Como todas las mujeres del barrio, se muestran preocupadas por el regreso del violador. También como muchos de los vecinos consultados, prefieren mantener el anonimato. «Tendrían que encerrarlo en un psiquiátrico», opinan. Sobre su día a día, opinan que «no podremos ir ahora tranquilamente por la calle, y menos de noche». Viven muy cerca del domicilio de Cano.

Parece ser que la opción de que el violador lleve la pulsera telemática es mayoritaria en la Verneda. Estas chicas opinan lo mismo. Tienen trece años y se escandalizan cuando saben que ninguna de las víctimas de agresiones sexuales de Cano tenía más de 21 años. «Todas las chicas de aquí tienen miedo, si vas a cualquier instituto te dirán lo mismo», añaden.

Preocupación

Muchos de los y las adolescentes de la Verneda utilizan estos días las redes sociales para mostrar su preocupación por el regreso del violador. Las amigas de estas chicas les hicieron comentarios en la misma línea, es decir, que están asustadas. «Nadie sabe como es este hombre, por mucho que esté bajo vigilancia, no sabemos si se le va a ir la pinza», comentan, y añaden que «no sabemos si nos va a estar esperando en el portal de nuestras casas».

Al concluir la conversación, se escucha con contundencia «¡a por él!» desde la terraza de un bar. Es una tertulia de las tantas que hay estos días en el barrio. Uno de los vecinos se muestra rotundo. «Esto es una ley de mierda, ya hemos visto que sí puede volver a violar, que sí puede volver a tomar drogas...», dice en referencia a que en uno de sus permisos penitenciarios el condenado presuntamente consumió estupefacientes, concretamente éxtasis y LSD, aunque este extremo no se ha confirmado.

Mientras algunos de los vecinos callan y escuchan, el otro sigue, envalentonado. «¿Tenemos que consentir esto? ¡Hay que reventarlo!». Recuerda que «en un año fueron 40 violaciones –probadas son 17–, eso no tiene perdón de Dios», aunque se remite al discurso de que «somos nosotros los que pagamos las cárceles, no sé porque no puede cumplir más de 20 años». «Yo pagaría un poquito más para que lo encarcelen 20 años más», afirma con rotundidad. «No le conozco, pero hace 20 años siempre estaba merodeando en las puertas de los institutos, un tonto del culo, el lobo con la piel de cordero», añade.

Finalmente, otro vecino se suma a la tertulia y también dice que «esto es una vergüenza, tengo hijas y sobrinas, y no quiero que este hombre esté por aquí comprando el pan». «Que lo metan en un centro, que lo metan en la cárcel, pero aquí no», remacha. El anterior vecino, el más contundente, se lanza a decir que «aquí la gente lo va a reventar, porque somos humildes, pero también personas». Los vecinos del barrio se han pasado la foto del violador unos a otros. «Le tengo más respeto a un animal», espeta, antes de seguir con su café.

Efectivamente, poco después centenares de vecinos se manifestaron en las calles para protestar contra el regreso del violador. La concentración acabó frente al domicilio de Cano, que sigue sin dar aparentes señales de vida. La Fiscalía pidió a los Mossos d’Esquadra una vigilancia no invasiva del ex preso, y eso se está realizando. De momento, ningún incidente.