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Núñez Seixas: «La extrema derecha española no tiene agenda antieuropeísta»

El catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Santiago de Compostela, afirma que «no hay un único nacionalismo español. Es una ideología transversal que impregna todo el espectro político. Hay nacionalismo de izquierdas y conservador»

«La primera formulación política de nación española surge con la Constitución de Cádiz. No hay nación sin la apelación a la soberanía nacional»
«La primera formulación política de nación española surge con la Constitución de Cádiz. No hay nación sin la apelación a la soberanía nacional»larazon

José M. Núñez Seixas (Orense, 1966), catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Santiago de Compostela, conversa con LA RAZÓN tras publicar «Suspiros de España. El nacionalismo español 1808-2018» (Crítica).

José M. Núñez Seixas (Orense, 1966), catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Santiago de Compostela, conversa con LA RAZÓN tras publicar «Suspiros de España. El nacionalismo español 1808-2018» (Crítica).

¿En que momento se encuentra el nacionalismo español?

Está en un momento en que manifiesta su visibilidad más que en otros. Lo cual es lógico porque como todos los discursos nacionalistas de Estado, salen a la luz cuando perciben una amenaza interna o externa. Ahora hay un desafío evidente: el secesionismo. Esto no quiere decir que el nacionalismo español se haya inventado ahora. Siempre ha estado ahí latente, como sentimiento de identidad nacional española. Lo que ocurre es que los nacionalismos de Estado se manifiestan a veces de una forma «banal» o «trivial», es decir, no necesitan hacer ostentación de identidad todos los días porque tienen reconocimiento en forma de Estado, ya sea mediante las selecciones de fútbol o su entramado institucional. En cambio, los nacionalismos sin Estado tienen que hacer mayor profesión de fe.

¿Cuándo situaríamos el nacimiento del nacionalismo español?

La primera formulación política de nación española surge en 1812 con la Constitución de Cádiz. No hay nación sin la apelación a la soberanía nacional. La nación es soberana. La palabra nación existía antes pero no se le da el mismo significado que tiene en la época contemporánea. El nacionalismo surge ante la necesidad de encontrar un nuevo fundamento de legitimidad de la comunidad política. Antes se era súbdito del rey y se era fiel a una religión. La lengua que se hablase, por ejemplo, era secundario. La Guerra de Independencia es un momento de nacimiento claro del nacimiento español, pero hay antecedentes.

Poco más tarde, con el reinado de Isabel II (1833-1868) y el inicio de la construcción del Estado liberal, usted diagnostica un cúmulo de errores en la construcción del Estado nacional.

Hay una discusión historiográfica abierta: el estado liberal quiere crear nación y lo hace a través de políticas públicas, básicamente la educación; la modernización económica; la creación de infraestructuras; la extensión de la administración; el ejército; y, la difusión de una historia nacional y símbolos nacionales. Hay autores que sostienen que el Estado liberal falla: encuentra resistencias en la Iglesia Católica, que tenía el control de la educación y no se fía del concepto de nación. Otros autores sostienen que el caso español no es tan excepcional: se producen avances con la simbología nacional. España no consigue ser como Francia, pero es que ningún Estado europeo tuvo el éxito de Francia. España es como Italia, donde persisten particularismos; pero no es Austria-Hungría, ni está aquejada de «balcanizacion».

Encuentra resistencias pero ha sido también tolerante con los particularismos en ciertas momentos.

Ha sido tolerante en parte porque la izquierda liberal y sectores mas nostálgicos del Antiguo Régimen tenían una interpretación positiva de los particularismos. Los carlistas veían en la supervivencia de costumbres, fueros y las especificidades regionales una característica muy española, un retorno a la España de los Austria. Consideraban que lo importante era que hubiera Rey y Religión como elementos unificadores. La izquierda liberal, por su parte, es favorable a la descentralización. En España han habido muy pocos jacobinos. Los liberales moderados nunca pasan la apisonadora con convicción, porque eran favorables de una cierta concepción de la pluralidad.

Usted dice en el libro que, tras el franquismo, el nacionalismo español tiene una «relegitimación difícil».

No hay un único nacionalismo español. El término nacionalista, para mí, no posee connotaciones normativas. Es decir, un discurso que sostiene que un determinado colectivo territorial es una nación es, para mi, nacionalismo. A partir de ahí las diferencias entre nacionalismo y patriotismo para mi son de intensidad o de grado, pero no de naturaleza. El nacionalismo es una ideología transversal que impregna todo el espectro político: hay nacionalismo de izquierdas, conservador, neofranquista (minoritario) o republicano. La sombra del franquismo afecta a todo el nacionalismo español y a sus símbolos más visibles (la bandera y el himno) por el uso que se hizo de ellos, ya que no nacieron con el franquismo. En el ámbito conservador lo que creo que ha faltado es la generación de un consenso antifascista, que es lo que funcionó en otros países de Europa occidental. Esto hace que la sombra del franquismo siga aleteando 40 años después.

¿Cómo definiría al nacionalismo catalán?

Todos los movimientos nacionalistas son heterogéneos –el vasco, hasta la Segunda República ha sido quizá un poco más homogéneo, con una matriz predominante que era católico-tradicionalista–. Pero tanto el catalanismo como el galleguismo tienen una variante progresista y conservadora. Dentro del catalanismo, primero hay una hegemonía del catalanismo conservador que tiene un proyecto de regeneración para España con la Lliga. Después surge un catalanismo de izquierda en la primera década del siglo XX y que va creciendo a expensas del anterior. En este sentido, el catalanismo se ha caracterizado por una enorme pluralidad interna y por actitudes muy diversas frente a la relación con el Estado. Las actitudes independentistas eran muy minoritarias hasta los 90.

Ahora ha crecido, pero no es mayoritario.

Si cogemos los resultados de las ultimas elecciones autonómicas, que se plantearon como una suerte de plebiscito, vemos que el independentismo es muy significativo socialmente pero no es hegemónico porque no tiene la mitad mas uno de los votos. Muchos independentistas me responderían que se pueden contar los votos de los «comunes», pero es que tienen a la CUP, como partido independentista que cubre el mismo espacio. Yo creo que están las posiciones bastante delineadas. Las encuestas demuestran que apoyo a la independencia tiene un umbral y ha tocado techo.

¿Qué le parece la irrupción de Vox?

La irrupción de Vox era de esperar en el contexto europeo, habiendo surgido partidos de derecha radical antiinmigracion y de defensa de la unidad nacional ante todo. Vox responde a ese patrón. Parte de la idea del nativismo, los españoles primero. El desgaste del PP le crea un espacio, aunque también era excepcional el caso español: un partido de derecha lo abarcaba todo, desde el franquismo sociológico hasta derecha liberal. Lo curioso de la derecha radical en el caso español es que no tiene una agenda antieuropeista, como sí ocurre en el resto de países.