Arte, Cultura y Espectáculos
Pintar el mar
Una exposición muestra a los grandes maestros del arte catalán entre el XIX y el XX y sus vínculos con la temática marinera
Una exposición muestra a los grandes maestros del arte catalán entre el XIX y el XX y sus vínculos con la temática marinera.
En tiempos como estos, en los que el calor hace que ardan las calles –como decía la canción– una manera de refrescarse es ver arte, buen arte, firmado por algunas de las mejores firmas de la pintura catalán en el cambio del siglo XIX al XX. Eso es lo que propone desde hace unos días Gothsland Galeria d’Art, en Barcelona, con una muestra en la que se recogen obras de firmas como Ramon Casas, Modest Urgell, Eliseu Meifrén, Joan Baixas o Joaquim Terruella, entre otros. Todos ellos tienen como denominador común el trasladar al lienzo o al papel su visión del mar, su aproximación a paisajes portuarios y a sus gentes.
La muestra acoge una veintena de trabajos en los que se da una visión particular del mar, especialmente del barcelonés aunque también podemos ver alusiones a la Costa Brava y a los pescadores. Es una pintura prácticamente documental y que se convierte en testimonio único de su tiempo, de una manera de entender el mar que merece ser recuperada por su cuidado con el medio ambiente, su gran respeto hacia el gran azul.
Barcas y pescadores
En este sentido, la exposición inicia su recorrido con las barcas y los pescadores, la introducción del tema de la marina en nuestra pintura y que llega como tal en el siglo XIX. Como dice Vicente de la Fuente Bermúdez en el catálogo que ha editado Gothsland, en esta pintura «Cataluña vuelve la mirada a Europa y a sus propias raíces; en otras zonas en las cuales el desarrollo económico va acompañado de un renacimiento artístico, como Valencia o el País Vasco, se crea un imaginario regional que no se opone a la idea de España, de hecho, la idea de Castilla de Zuloaga como la del Levante de Sorolla forman, especialmente en el resto de Europa, el mito de aquello que se entiende por español». En la muestra esto se ejemplifica con «En la Cala del Ros», una tela de 1923 pintada por el valenciano José Mongrell en Cadaqués, y en la que parece planear la larga sombra de Sorolla, el maestro del género. Por su parte Joan Llimona, en el óleo «Esperando la vuelta de los pescadores», de 1885, aboceta una escena vivida, la de los familiares que esperan noticias de aquellos que se fueron a trabajar a la mar, con el primer plano de una mujer que mira con preocupación al no saber todavía nada de su marido.
Una de las grandes joyas de la exposición es «Marina», una obra maestra de Modest Urgell en el que podemos contemplar uno de sus típicos horizontes, con una mujer preparando las redes de pesca con el crepúsculo de fondo como testigo. El exotismo viene de la mano de Arcadi Mas i Fontdevila, con «Pescadores en la laguna de Venecia», con el protagonismo de una nave con velas latinas en colores blanco y rojo.
El puerto de Barcelona es uno de los escenarios favoritos de los pintores que viven o pasan por la ciudad. Los trabajos expuestos nos ayudan a entender la evolución de este espacio de la capital catalana a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Es la Barcelona que estaba conociendo la revolución industrial, que vivía en primera persona el comercio marítimo con un destacado impacto económico.
Los artistas pasean sus caballetes y pinceles por muelles, rompeolas y aduanas para hacer de cronistas gráficos. En esta sección es «Pescadores en el Puerto de Barcelona», una composición de Joan Baixas de 1898, la gran estrella en Gothsland. En ella vemos a un grupo de hombres probando suerte con sus cañas de pescar en la bahía del puerto barcelonés. Baixas es rico en los detalles, casi un retrato de los tres personajes principales del lienzo. Al fondo tenemos majestuosa la montaña de Montjuïc y a los grandes barcos de vapor, sinónimo de la revolución industrial que vive Barcelona. Un poco siguiendo esta línea es el cuadro de Lluís Graner, de 1910, con un acercamiento a la fachada marítima barcelonesa, resaltando el edificio de la Junta de Obras del Puerto. Igualmente documental es una acuarela de Dionís Baixeras, «Visita de Alfonso XIII al dique flotante», realizada el 16 de abril de 1904, donde se plasma la llegada del monarca al puerto.
Desde una perspectiva casi romántica tenemos a Ricard Martí Aguiló, de hacia 1878. Es una pintura hecha desde la Barceloneta, con las pequeñas naves que intentaban atracar con el testimonio mudo de lo que quedaba de las murallas.
La exposición también es una buena oportunidad para viajar pictóricamente por el resto del litoral catalán, con escala especialmente en Cadaqués, aunque también podemos acercarnos hasta Tamarit. Hasta allí fue con sus pinturas Ramon Casas donde realizó continuas estancias, además de colaborar en la restauración del castillo que hay en esta localidad tarraconense. Del mismo pintor modernista también es un magistral dibujo al carboncillo y lápices de color de Cadaqués, en el que con delicados trazos nos anuncia este pueblo de la Costa Brava.
Este mismo lugar es el elegido por Joaquim Terruella con los mismos elementos que habían llamado la atención a Casas: la imponente iglesia y el mar. Diferente es la intención de Segundo Matilla que retrata la calle del Tró, en 1912, dando toda la importancia a las casas de la aparentemente empinada calle formada a partir de viejas casas. Por su parte, Eliseu Meifrén nos lleva hasta Port Lligat, con un óleo sobre tabla de hacia 1910 y que pintó desde su casa-taller situada a pocos metros de la que años después ocuparía Dalí.
Dónde: Gothsland. Galeria d’Art. Consell de Cent, 331.
Cuándo: Todo el mes de julio.
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