Política

Barcelona

Presionan a Pujol para que deje sus cargos en CiU y su pensión

Altos cargos de Convergència reconocen que esperan que el ex presidente renuncie y, si no, le obligarán a hacerlo

Pujol, en una imagen de archivo, durante un acto de CiU
Pujol, en una imagen de archivo, durante un acto de CiUlarazon

La decisión está tomada y es irreversible. Jordi Pujol dejará todos sus cargos en Convergencia Democrática de Cataluña, y la única duda es si lo hará por voluntad propia o forzará que le expulse la actual cúpula del partido.

La decisión está tomada y es irreversible. Jordi Pujol dejará todos sus cargos en Convergencia Democrática de Cataluña, y la única duda es si lo hará por voluntad propia o forzará que le expulse la actual cúpula del partido. Un auténtico «tsunami», en palabras de algunos dirigentes, atónitos todavía por el comunicado del ex presidente de La Generalitat. Horas después de difundirlo, las reuniones en la sede convergente de Barcelona han sido frenéticas, bajo la batuta del nuevo secretario general, Josep Rull. En una de ellas se pronunció una frase simbólica que define la tormenta que sacude a la federación nacionalista: «Hay que dejar al padre». El partido no puede ya tener ningún vínculo con su patriarca fundador. Es la única salida para salvar los muebles y no sucumbir sin remedio.

Ésta es la hoja de ruta que hace la actual dirección de Convergencia: Pujol tiene que marcharse del todo. De la presidencia honorífica y la Comisión Ejecutiva e, incluso, debe renunciar a los numerosos privilegios de que goza como ex presidente. Un suculento sueldo, amplio despacho, coche oficial, escoltas y secretarias que, en caso de no dejar voluntariamente, sería necesario un acuerdo del Parlamento catalán para obligarle a ello. Doliente y humillante para el hombre que fundó CDC y que gobernó Cataluña durante treinta años. En esa decisión por iniciativa propia confían Artur Mas y su «núcleo duro», pero nadie sabe nada de los planes de Pujol. «Está desaparecido», confirman fuentes del partido.

Desde su última conversación con Mas, la misma mañana en que se presentaba a Rull, nadie ha visto al ex presidente. Las noticias son muy confusas. Al parecer, tras un primer refugio en su casa pirenaica de Queralbs, habría viajado al extranjero, tal vez a Alemania, un país donde estudió de joven y que conoce muy bien. Pero en su entorno cercano el hermetismo es absoluto. La confesión de Pujol ha socavado los cimientos de Convergència y hay prisa por despejar la situación. Tampoco Durán Lleida y los dirigentes de Unió saben nada del ex presidente y mantienen un discreto silencio hacia el partido hermano. «Ha sido un golpe moral de campeonato», dicen en privado.

En los planes de Artur Mas y la nueva cúpula convergente está el deseo de que Pujol renuncie a todos sus cargos y prebendas. De no hacerlo así, se le obligaría. Después, en el mes de septiembre, en torno a las fechas de la Diada, tendrá lugar la Asamblea Nacional de Convergència, en la que se procederá a la refundación del partido. En este foro, máximo órgano dirigente, se sentarán las bases de actuación política sobre el soberanismo y la transparencia. Pero nadie oculta la preocupación por el futuro, con la consulta del 9 de noviembre en ciernes y el imparable ascenso de Esquerra Republicana. «El horizonte es negro e incierto», admiten en CDC.

«El mazazo ha sido de los que hacen época», dicen estas fuentes. Además, subyace un cierto temor a que salgan nuevas informaciones sobre dineros sucios, comisiones y cuentas en el extranjero. El panorama judicial contra la familia Pujol es ya imparable y si el patriarca no se despega pronto de todos sus cargos en el partido y privilegios como ex presidente, el daño será irreparable. De momento, su silencio es sepulcral, aunque todos confían en que su confesión tiene un doble motivo: proteger a sus hijos y frenar la sangría política hacia el partido que él fundó. «Aquí es el hijo pródigo quien echa al padre», ironiza un veterano dirigente de CiU.

El momento se complica con la entrevista de Artur Mas con Mariano Rajoy en La Moncloa. «El peor escenario posible», reconocen en privado los convergentes. Por ello, todos los mensajes de la guardia pretoriana de Mas son unánimes: marcar la salida a Jordi Pujol i Soley, por las buenas o por las malas. Un triste y terrible final para el hombre que nunca quiso, y jamás pensó, acabar como Helmut Köll. O sea, tras ser admirado y venerado, expulsado y denigrado.

La solución final: hoy al mediodía

Muchos altos cargos de CDC admitieron ayer su tristeza y desolación por la polémica confesión de Jordi Pujol. Pese a que en un primer momento parecía que la decisión final sobre su posición en el partido tenía que llegar ayer, el consejero de Presidencia, Francesc Homs, anunció que será hoy al mediodía, tras la tradicional reunión semanal del Consejo Ejecutivo de la Generalitat.