El desafío independentista
«Puigdemont, no te abraces a la CUP»
El Gobierno mantendrá el diálogo pese al órdago del referéndum
El Gobierno mantendrá el diálogo pese al órdago del referéndum
Un giro radical en su estrategia frente al desafío separatista catalán. Se trata de visualizar quién se niega a hablar, rebajar el victimismo nacionalista y practicar el lema de «Divide y vencerás». Es la táctica utilizada por La Moncloa desde que Mariano Rajoy fuera investido presidente del Gobierno y su mano derecha, Soraya Sáenz de Santamaría, encargada de las relaciones territoriales. Pese a la cumbre soberanista de Carles Puigdemont para abordar la fecha del referéndum, el Ejecutivo mantiene su oferta de diálogo, mano tendida y total apertura. Dirigentes políticos, sectores empresariales y de la sociedad civil catalana coinciden en que la vicepresidenta del Gobierno está «desinflando el procés» y ha descolocado por completo a los partidos separatistas. Así se lo expresaron en su reciente encuentro en Barcelona los líderes del PSC, Miguel Iceta; de Ciudadanos, Inés Arrimadas, y también destacados empresarios en conversaciones muy discretas la pasada semana.
En La Moncloa consideran la desairada reacción del presidente de la Generalitat una «respuesta unilateral» para ganar tiempo con los antisistema de la CUP y sacar adelante los presupuestos. Según ha sabido este periódico, el propio delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo, se lo pidió de modo claro: «Presidente Puigdemont, no te abraces a la CUP». Este llamado «abrazo del oso» está siendo ya criticado por diversos sectores de la antigua Convergencia y recibido con escepticismo en la formación de los Comunes de Ada Colau y las huestes catalanas de Podemos, ya de por sí muy divididas. Estas formaciones de izquierdas ven la iniciativa de Puigdemont como una simple estrategia «de galería» para satisfacer a los socios parlamentarios de la CUP en la tramitación presupuestaria, en vez de una oferta sincera sobre la consulta por la independencia.
En el partido de Ada Colau y la rama podemita de Cataluña, Sí que es Pot, califican de «algo rara» la forma en que Puigdemont ha convocado esta cumbre del 23 de diciembre, que atribuyen también al fracaso de la coalición de Junts pel Sí y los malos resultados de Convergencia en todas las encuestas. El espinoso asunto del referéndum sigue siendo el gran escollo en la operación diálogo con Cataluña y el propio vicepresidente del Govern, Oriol Junqueras, ha echado balones fuera en los últimos días. Para el líder de ERC, la fecha de la consulta vendrá condicionada «por la decisiones del Gobierno español». En este sentido, se baraja una fecha clave, la del próximo día 16, en que la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, tiene prevista su comparecencia judicial por desobedecer al TC. Su posible inhabilitación se vería como «un ataque frontal del Estado español a Cataluña».
En este clima de división, la intención del Gobierno y su cualificada embajadora, Soraya Sáenz de Santamaría, es la de seguir con el deshielo, con el objetivo de situar la negativa al diálogo en el ámbito de la Generalitat. En sus mensajes se pretende no atacar directamente a Carles Puigdemont, ni a los convergentes, ni siquiera a ERC, sino cargar toda la responsabilidad de avanzar con el «procés» a la radicalidad antisistema de la CUP. No obstante, en el Gobierno son conscientes de la difícil situación, dentro de unas negociaciones largas y no exentas de tensión. «Todavía harán mucho ruido», afirman en el entorno de la vicepresidenta, quien tiene previsto ocupar muchas horas en su nuevo despacho en Barcelona, programar las entrevistas entre ella misma y Oriol Junqueras, así como la de los presidentes Rajoy y Puigdemont, a quien se intenta convencer para que acuda a la Conferencia de Presidentes Autonómicos, que se celebrará a mediados de enero.
Todos los ministros han recibido el encargo de intercambiar propuestas con los consejeros homólogos catalanes para concretar los 46 puntos que Puigdemont le entregó a Rajoy en su último encuentro en La Moncloa, que se consideran muy generalistas. El Gobierno piensa que puede haber un margen amplio de diálogo en materias de presupuestos, financiación autonómica, infraestructuras, techo de gasto, rebaja de litigios judiciales y potenciación de la identidad cultural catalana. Las formas, gestos y palabras son ya muy diferentes, aunque la consulta soberanista y las exigencias de la CUP lastran el escenario. Sin embargo, desde el entorno de Soraya Sáenz de Santamaría se respira un cierto optimismo, tras sus últimos encuentros en Barcelona, y se acepta un cambio drástico de imagen: «Dos no hablan si uno no quiere, y por nosotros ahora no quedará», aseguran, como prueba para desmontar el tradicional victimismo de abandono y frentismo del mundo nacionalista.
En esta operación política de diálogo, el equipo de la vicepresidenta estima fundamental «reconducir los afectos», dado el cariz emocional del sentimiento soberanista. Para ello, se reforzará un discurso político que desmonte las graves mentiras de estos partidos. «Sin reproches, amenazas o palabras gruesas», aseguran. El cuaderno de ruta, esa «carpeta catalana» que Oriol Junqueras reclamó a Soraya Sáenz de Santamaría en el último Consejo de Política Fiscal y Financiera, tiene un nuevo lenguaje, nada parecido al de la anterior legislatura. La actual estrategia del Gobierno pasa porque cale el mensaje contrario. Es decir, la intransigencia no está en Madrid, sino en los independentistas. «Hay que huir del frentismo, es una manera muy positiva de empezar», insiste Enric Milló, quien se erige como la voz y las manos del Gobierno de Rajoy en Cataluña.
Desde sectores empresariales también se atisba un nuevo marco. Los presidentes de CEOE, Juan Rosell, y de Foment, Joaquín Gay de Montellá, siempre han apostado por el diálogo entre ambas administraciones. Al igual que el Círculo de Economía, auténtico foro de influencia empresarial en Cataluña, y cuya presidencia cede ahora Antón Costas al presidente de la Inmobiliaria Colonial, Juan José Bruguera. Todos son conscientes de las dificultades para desencallar el conflicto, pero valoran muy positivamente la actitud de la vicepresidenta. «Ha hecho muy bien en ponerse despacho en Barcelona», aseguran los empresarios. En este pulso político, critican la «zafia» respuesta de Puigdemont y no tienen dudas por el momento: «Soraya uno, Puigdemont cero». El marcaje ha empezado.
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