ERE
¿Quién le pone el cascabel al taxi?
Tras el fracaso del sistema de turnos, vuelven a comenzar las negociaciones
Barcelona comenzó la semana con una imagen insólita: el aeropuerto de El Prat colapsado por una improvisada protesta de los taxistas contra el efímero sistema de turnos impuesto para regular el sector. El problema de fondo, sin embargo, no radica tanto en el mencionado sistema como en el exceso de taxis que hay en la Ciudad Condal. Eso y la tremenda atomización del sector. Como ejemplo, basta con decir que en Barcelona hay 3,3 taxis por cada mil habitantes, mientras que en Madrid, Londres o París la tasa es de 2,9, 2, 6 y 1,8, respectivamente.
El gremio está dividido y dirigirse a cualquier parada de taxis e interesarse por su situación implica presenciar un acalorado debate cuya solución, para las 2.000 o 3.000 licencias de más, se antoja extremadamente complicada. El sistema de toda la vida consistía en un día de fiesta a la semana para cada conductor. Y funcionaba. La administración, en los años de bonanza, se dejó llevar y aumentó el número de licencias. Hoy por hoy, con la crisis y la consecuente caída de clientes, este exceso de oferta se ha traducido en una bajada de ingresos para los taxistas de entre el 30 y el 40 por ciento.
Dos años de negociación
Así las cosas, el Instituto Metropolitano del Taxi (Imet) comenzó hace dos años una negociación con el sector para buscar una solución consensuada. El problema es que en Barcelona conviven ocho asociaciones y cuatro sindicatos que agrupan a los taxistas autónomos y a las empresas del taxi. El resultado fue una consulta hace tres meses que, en práctica, consistía en votar por más días de fiesta, regulaciones horarias o sistema de turnos. Se impuso la última opción con el 36 por ciento de los votos. Es decir, dos terceras partes del sector estaba en contra de cualquiera de las otras medidas. El Imet, ante esta tesitura, impuso un sistema de turnos que incluía modificaciones pactadas con las grandes asociaciones del taxi, sin contar con los minoritarios. La cosa acabó como el rosario de la aurora y el aeropuerto bloqueado. A los dos días, el miércoles, reunión de urgencia y vuelta al sistema anterior.
«Son 18 años haciendo el taxi», comenta Manolo, uno de los conductores que bloqueó el aeropuerto. «Nos han intentado imponer unos turnos que nosotros no votamos. Por eso lo hicimos». El gerente del Imet, Eduard Ramià, por su parte, justificó el improvisado sistema de turnos asegurando que, tras la consulta, recibieron 1.460 alegaciones «con auténticos dramas familiares» y decidieron acordar los cambios con las principales asociaciones. A su vez, define la situación de forma muy gráfica: «Si fuéramos una empresa tendríamos que hacer un ERE. Pero no lo somos».
El secretario general de STAC, el sindicato mayoritario, José María Sánchez, tiene muy claro que el Imet ha pecado de «falta de valentía». «La administración no se ha querido enfrentar a los empresarios del sector. Lo lógico sería recortar horas a los que tengan trabajadores y que no nos metan a todos en el mismo saco. Por ello, aboga por una regulación horaria en que cada taxista se administre las horas de trabajo como se ha hecho en París o Bilbao. Tras el precipitado final de los turnos, «se vuelve a beneficiar a las empresas ya que seguiremos sin solución y a la espera de que el verano maquille las cifras».
Esta semana hay prevista una nueva reunión para tratar de solucionarlo. Para Sánchez, «las posiciones, tras el fracaso de los turnos, se van a radicalizar». Y concluye, «vamos camino del abismo, pero antes, la gente va a ir a la guerra».
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