Literatura

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¿Quién teme a la bomba?

El matemático John Von Neumann llevó la reflexión sobre la carrera armamentística a cotas irrespirables en los años 50 y su imprenta ha afectado a muchos grandes de la literatura

John Von Neumann fue uno de los matemáticos más célebres del siglo XX y llegó a ser consejero en temas nucleares
John Von Neumann fue uno de los matemáticos más célebres del siglo XX y llegó a ser consejero en temas nucleareslarazon

El matemático John Von Neumann llevó la reflexión sobre la carrera armamentística a cotas irrespirables en los años 50 y su imprenta ha afectado a muchos grandes de la literatura.

¿Cuál es la forma de conseguir que dos niños caprichosos, mimados y hambrientos se repartan un pastel sin matarse uno al otro? Difícil, verdad, aunque el dilema es más fácil de lo que parece. Al primer niño, de dedos largos, rápidos y adiposos, se le dice que ha de partir el pastel por la mitad. Al segundo, que a los tres años descubrió un pato con una tarta sacher y no le sorprendió, se lo comió, se le dice que él escogerá el trozo que él quiera. Está claro que los dos querrán el pedazo más grande para ellos. Sin embargo, el primero tendrá que ser lo más ecuánime y exacto al dividir, o sabe que el otro se quedará con el pedazo más grande. El otro, por supuesto, no parará de medir mentalmente qué parte tendrá más, pero será muy difícil distinguirlo. Ninguno, por descontado, estará satisfecho, pero la decisión salomónica, basada en la lógica y la razón, es innegociable y no se podrán quejar.

¿Qué tienen que ver un pastel de chocolate con la carrera armamentística? Mucho más de lo que parece porque ambos son ejemplos prácticos de la teoría de los juegos o cómo reducir las contiendas entre intereses enfrentados a una lógica que determine con rigor la mejor forma de solucionar el conflicto. Un esfuerzo titánico, por descontado, pero de resultados muy reveladores.

El responsable de la teoría de los juegos es el célebre matemático John Von Neumann, una de las cinco personas más inteligentes que han existido nunca. Era capaz de reproducir palabra por palabra cualquier libro años después de haberlo leído. Una vez le retaron a que recitara «Historia de dos ciudades» y tuvieron que hacerle callar abrumados. Su memoria era tan prodigiosa que era el alma de las fiestas porque sabía todos los chistes habidos y por haber. Al contrario de Einstein, al que frecuento, un pensador concienzudo y obstinado, él era capaz de descifrar al instante cualquier problema que se le presentaba. Si necesitaba un esfuerzo más largo, se aburría e iba a otra cosa.

William Poundstone sigue su figura en «El dilema del prisionero. John Von Neumann, la teoría de los juegos y la bomba», una genial introducción a una de las mentes más fascinantes del siglo XX. Tras la explosión de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, y la obviedad de que la Unión Soviética iniciaría una carrera armamentística sin parangón, Neumann, junto con otros «pacifistas radicales» como Bertrand Russell, recomendaron a los Estados Unidos ataques nucleares paliativos a la Unión Soviética para cortar de raíz esa carrera y barrer el otro lado del talón de acero. Esta solución extrema no era más que una resolución extrema de la teoría de los juegos. Aquí, los dos niños y su pastel eran enormemente mortales.

El año 1950 fue el primero en que hubo bombas atómicas a ambos lados del Talón de Acero. Robert Oppenheimer se lo confirmó al mismísimo Truman. El conflicto entre potencias todopoderosas, capaz de volar el mundo en pedazos había empezado. A partir de aquí la bomba empezó a ser el contexto en el que poder escribir alguna historia con sentido y relevancia sobre los seres humanos. Ovbiarlo era imposible y su influencia afectó a todas las ramas del arte. La literatura se llenó de ejemplos, en forma de thriller, como «Alerta roja», de Peter Bryant a versiones irónicas como «Cuna de gato» de Kurt Vonnegut o distopías que mostrasen los efectos del colapso como «En la playa», de Nevil Shute o «Cántico a Lebowitz». También había la turbulencia en la vida de la era atómica, como «Ruído de Fondo», de Don deLillo.

Mientras tanto, las enseñanzas de Von Neumann seguían extendiéndose. Thomas Schelling, por ejemplo, ganó el Premio Nobel de Economía en 2005 por trabajos como «La estrategia del conflicto», en el que utilizaba la teoría de los juegos para describir cualquier interacción social y delimitar sus posibilidades, desde negociaciones militares a la caída de los bancos. Pero que nadie juegue con las bombas, por favor