El desafío independentista
Rajoy y Puigdemont: sin fecha para verse
Moncloa y la Generalitat no cierran una reunión en la agenda a la espera de la cumbre independentista del día 23. El Gobierno mantiene su disposición al diálogo pese a todo: «Si lo condicionamos a los gestos a la CUP no lo habría».
Moncloa y la Generalitat no cierran una reunión en la agenda a la espera de la cumbre independentista del día 23. El Gobierno mantiene su disposición al diálogo pese a todo: «Si lo condicionamos a los gestos a la CUP no lo habría».
En la agenda del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no está previsto que se concrete la reunión pendiente con el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, antes de que se celebre la cumbre del referéndum independentista que Puigdemont ha convocado como gesto hacia la CUP en pleno proceso de aprobación de los Presupuestos catalanes. Este trámite en el Pleno del Parlamento catalán depende de que los de la CUP cumplan su compromiso para garantizar la estabilidad del Gobierno de Puigdemont.
Si desde Moncloa aseguran, con todas las prevenciones, que la reunión «no encaja» antes de esa fecha, desde el entorno de Puigdemont son aún más taxativos a la hora de negar que pueda haber algún movimiento previo a esa fecha. El presidente de la Generalitat está necesitado de gestos para garantizarse un mínimo de estabilidad con la aprobación de los próximos Presupuestos, y por ello ha querido hacer una muestra de su compromiso con el proceso constituyente hacia la independencia convocando a los partidos y entidades que forman el llamado Pacto Nacional por el Derecho a Decidir. Aunque hay que recordar que la última vez que celebraron una cumbre parecida, en marzo de 2015, lo que dejaron fue una imagen de fuerte división y desencuentro.
Si bien no está previsto que se celebre ninguna reunión al máximo nivel entre el Gobierno central y la Generalitat antes del día 23, desde el Gobierno puntualizan que el diálogo no está condicionado a «los paripés independentistas» que Puigdemont organice para congraciarse con sus socios de la CUP. «Si el diálogo lo condicionamos a que no haya ningún gesto independentista, entonces no habrá diálogo», afirman. Esta posición marca una diferencia importante con respecto a la legislatura anterior de Mariano Rajoy, en la que precisamente la negativa de la parte independentista a renunciar a sus órdagos anuló cualquier tipo de negociación entre las dos partes. En Moncloa saben que la agenda soberanista se va a mantener encima de la mesa, pero la nueva estrategia se dirige a mantener la mano tendida al diálogo y a la negociación sobre todas las demás cuestiones que afecten a Cataluña, salvo la del referéndum de autodeterminación. La aprobación de los Presupuestos catalanes podría rebajar la presión sobre Puigdemont, y en ello confían en el Ejecutivo a la espera de que la Generalitat concrete los guiños que ha hecho hasta ahora a la necesidad de hablar de otras cuestiones tangibles que afectan a la situación financiera de Cataluña o sobre el propio modelo de financiación. El Ejecutivo de Rajoy no da por perdida la presencia de Puigdemont en la Conferencia de Presidentes, que Rajoy ha convocado para el próximo día 17 de enero. Antes se celebrará la reunión entre la vicepresidenta, ministra de la Presidencia y para las Administraciones Territoriales, Soraya Sáenz de Santamaría, y el vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras. En su invitación a todos los presidentes autonómicos, el jefe del Ejecutivo aboga por que la Conferencia de Presidentes se convierta en un órgano al máximo nivel para el diseño de las políticas públicas. Este foro multilateral no se reúne desde octubre de 2012.
La agenda no está aún cerrada, pero en ella tendrán hueco el nuevo sistema de financiación autonómica, el empleo, los efectos de la recuperación económica, los compromisos con Bruselas y el Estado del Bienestar. La reunión preparatoria para definir el orden del día se celebrará en los próximos días.
Sáenz de Santamaría pidió ayer que la reunión del Pacto por el Derecho a Decidir sirva para «hacer un ejercicio de reflexión de hacia dónde van» y para no «repetir una estrategia que no les está sirviendo absolutamente para nada». «Cada uno se retrata con sus actuaciones. Durante mucho tiempo su mensaje y su relato era que el Gobierno no dialogaba y cuando el Gobierno dialoga apuestan por seguir con determinado tipo de actuaciones», manifestó en la Cope.
Pese a todo, la vicepresidenta mantuvo ayer «su voluntad de diálogo con Cataluña». «Después de una legislatura muy centrada en la emergencia nacional de evitar el rescate, ahora se puede dedicar tiempo y presupuestos a atender algunas demandas, no de Gobiernos autonómicos, sino de la ciudadanía».
La línea roja sigue siendo la misma: el referéndum. Y desde el Gobierno se insiste también en que hay instrumentos de todo tipo para evitarlo, un escenario que ya tienen estudiado desde la última legislatura de Rajoy. «El Gobierno es muy dialogante dentro de la ley, pero va a hacer que se cumpla la ley». Pese a este aviso, la vicepresidenta insiste en que esta nueva etapa debe estar marcada por el diálogo, evitando los reproches que no conducen a nada. «Es el momento de sentarse a pensar en este nuevo marco, en qué se puede hacer para que los distintos territorios se vean reconocidos en una serie de demandas que ahora es posible hacer». También confirmó que está dispuesta a analizar, «aunque sea a posteriori», los recursos que la Generalitat y el Gobierno central se han presentado mutuamente ante el Tribunal Constitucional, a ver si es posible cambiar algunos puntos de las leyes o interpretarlas de alguna forma para «poder incluso retirarlos». «Pero tiene que ser un trabajo conjunto de las dos partes», concluyó la «número dos» del Ejecutivo.
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