Literatura

Nueva York

Simont, catalán universal

Uno de los dibujos de «A tree is nice»
Uno de los dibujos de «A tree is nice»larazon

El pasado 16 de julio moría el ilustrador de libros infantiles Marc Simont, una de las grandes referencias del género que conquistó los corazones de cuatro generaciones de niños. Nacido en 1915 en París, su padre era Josep Simont, ilustrador catalán, quien le introdujo en el mundo del arte. Desde su infancia vivió a caballo entre la capital francesa, Barcelona y Nueva York, siempre escapando de las guerras. Su madre se negó a aprender inglés y con 94 años Simont todavía mantenía un catalán fluido. Incluso en su coche, al lado de una pegatina de Obama, tenía otra de una «senyera» y ponía Alioli en su matrícula.

La editorial Ático de los Libros acaba de publicar «La maravillosa O», genial cuento infantil de James Thurber, gran escritor satírico de «The New Yorker», que cuenta con las ilustraciones de Simont. Thurber, que tenía problemas de visión, se vio incapacitado de poder ilustrar él mismo su relato y no dudó en pedir ayuda a Simont. El resultado es una estupenda fábula que narra la historia de unos piratas que prohíben la utilización de la letra O y todas las cosas que contengan la vocal. «Captar la esencia del movimiento siempre fue el mayor reto. Si no me salía, siempre me quedaba hacerme un autoretrato deprimido para exorcizar mis demonios», comentaba Simont.

Sus dibujos, siempre muy dinámicos, jugando con el color difuminado de las acuarelas, pronto se hicieron célebres y se convirtió en uno de los artistas más imitados por los ilustradores de todo el mundo. Sus trabajos en libros como «A tree is nice», «Stray dog» o la serie del niño detective «Nate the great» le valieron los más preciados galardones y le posibilitaron ilustrar más de un centenar de libros.

En 1997, la Associació Professional d'Ilustradors de Catalunya le hacía entrega del galardón Ilustrad'Or, reconocimiento que le reconciliaba con sus orígenes. Nunca abandonó Cataluña. Su hermana vivió muchos años en Sant Pere de Ribas y la visitaba a menudo. Aún así, todavía quedan cientos de libros por traducir y disfrutar aquí de su talento.