Barcelona
Sistach se despide con una alerta sobre la gravedad de la pobreza
El arzobispo cardenal de Barcelona deja la diócesis con una eucaristía en la Sagrada Familia
Se acerca el relevo en el arzobispado de Barcelona, que tendrá lugar el próximo 26 de diciembre. Ayer fuel el día elegido por el cardenal de la capital catalana para decir adiós. Lluís Martínez Sistach despidió de la diócesis de Barcelona, en una misa de acción de gracias, en la que destacó que la pobreza «es hoy más intensa, extensa, profunda y autóctona», y reivindicó el papel de la Iglesia en su lucha.
A la misa asistieron cerca de 3.000 personas, así como un elevado número de autoridades, entre ellas el president de la Generalitat en funciones, Artur Mas, y la vicepresidenta, Neus Munté.
Evangelizar con el testimonio
En su homilía, Sistach destacó los cuatro planes pastorales hechos durante los once años y medio en que ha estado al frente de la diócesis, aunque afirmó que «no es momento de hacer balance de lo que se ha hecho y lo que no», y expresó que la voluntad de la iglesia de Barcelona ha sido «evangelizar con el testimonio de la vida cotidiana».
También mencionó a su sustituto, al nuevo cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, y exhortó a los feligreses a «seguir con el nuevo pastor» el camino recorrido los últimos años, en referencia a su sucesor.
Por su parte, en una entrevista concedida a Efe, e nuevo arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, aseguró que «no voy a la diócesis barcelonesa como político, voy como pastor» y, como tal, le interesa «aunar, en la medida de lo posible, a toda la gente e ideas y hacer una familia de hermanos” para lograr «el bien común de todos». El hasta ahora obispo de Calahorra y La Calzada–Logroño señaló que «soy ciudadano, como todos los demás, y todas las cosas sociales y políticas, como a todos, me preocupa; pero, como pastor, me parece que lo más importante es el pastoreo».
«No soy el gran jefe de la tribu, sino el servidor de la comunidad cristiana desde el mandato del Señor», apostilló, y aludió que «el ofrecimiento del Evangelio es la fraternidad de todos».
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