Teatro

Barcelona

«Todavía estoy enamorada de Shirley Valentine»

Amparo Moreno regresa a la cartelera teatral barcelonesa
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Amparo Moreno regresa al monólogo con «Recurso de Amparo» en el Teatre Regina

Hace 35 años, El Molino presentaba al mundo a una de las primeras «vedettes» de talla grande, demostrando que las plumas y las lentejuelas le sentaban de fábula a todo tipo de mujeres. Lo único que hacía falta era sentido del humor, desparpajo y mucho talento, y esta actriz tenía mucho. Su nombre, Amparo Moreno, acabaría por ser conocido por todos los amantes del teatro con montajes icónicos como «Misery», «¿Quién teme a Virginia Woolfe» y, sobre todo, «Shirley Valentine», gran monólogo que le valió todo tipo de reconocimientos. Sin embargo, en los últimos años cada vez parecía más caro poder verla. La actriz, sin embargo, retoma ahora el monólogo con «Recurso de Amparo», que llega al Teatre Regina.

–¿Por qué hemos tardado unos años en poder verla otra vez en el teatro?

– Lo último que hice fue «Visca els nuvis», con Joan Pera, en 2011. Tampoco podía esperar para siempre a que me llamaran para un nuevo proyecto, así que decidí montar mi propio espectáculo. El «Recurso de Amparo» hace referencia a esto, a la necesidad de tomar el toro por los cuernos.

– ¿De qué habla este «recurso»?

– Pues de una y mil cosas, desde lo más propio a cómo está ahora el país, pero sin querer ser incisiva. Invito al público a mi casa para tomarnos una copa y reírnos un rato. Eso sí, hay un nexo de unión claro, que todo es culpa de los Reyes Católicos. Cada tema acaba con este latiguillo. Ellos expulsaron de España a todos los que sabían leer y escribir, los árabes y judíos, y sólo quedaron los recaudadores, y así nos va.

– ¿El monólogo es por gusto o por necesidad?

– La verdad es que da miedo ponerse sola ante el peligro sobre el escenario. Te asaltan mil dudas, como perderse la letra y no reaccionar, pero ese miedo también da vida. En los últimos años, con la crisis, para poder girar un espectáculo has de contar como mucho con una silla y un perchero, sino es imposible, y si te puedes ahorrar el perchero, mejor. Necesitas poco, además, para poder trabajar en cualquier sitio. Pero la falta agudiza el ingenio.

–¿Y cómo lleva eso de ser empresaria teatral?

– Pues es algo farragoso, pero no tienes más remedio que espabilarte. Cuesta conseguir teatro en Barcelona, con las programaciones cerradas con mucha antelación. El Teatre Regina ha sido muy receptivo, pero sólo puedes tener sala durante mes y medio.

–¿Ha cambiado mucho el mundo teatral desde sus inicios?

– La vida en general cambia mucho, pero el público siempre me ha tenido un cariño muy especial. Todavía me recuerdan como aquella chica gordita de El Molino con lentejuelas y plumas.

– ¿Con qué montaje se queda de su larga trayectoria?

– Con muchos. Acabé muy contenta con «Misery» y me encantó «¿Quién teme a Virginia Woolfe?», pero «Shirley Valentine» todavía me tiene el corazón robado. Nunca agradeceré lo suficiente a Rosa María Sardà que me diese ese papel con tantos consejos y buena dirección. Me permitió hablar directamente a todas las mujeres y los hombres también la adoraban.