Literatura

Barcelona

Una Barcelona entre Freud y el misterio

El escritor Toni Hill deja a un lado su exitosa serie con el inspector Héctor Salgado y cambia de registro en «Los ángeles de hielo»

El novelista Toni Hill traslada al lector a los años de la I Guerra Mundial
El novelista Toni Hill traslada al lector a los años de la I Guerra Mundiallarazon

El escritor Toni Hill deja a un lado su exitosa serie con el inspector Héctor Salgado y cambia de registro en «Los ángeles de hielo».

Hace pocos años que Toni Hill se convirtió en un fenómeno editorial con su primera novela «El verano de los juguetes rotos». Con ella inició una exitosa trilogía protagonizada por el inspector Héctor Salgado en la Barcelona contemporánea. Pero ahora el escritor ha decidido dar un giro y sorprende al lector con su nueva propuesta. «Los ángeles de hielo» –publicada en castellano por Grijalbo y en catalán por Rosa dels Vents–, pese a mantener Barcelona y alrededores como escenarios principales del relato, nos traslada a otra época, la de la I Guerra Mundial, pero en un ambiente no policial sino de la mejor tradición de la literatura de corte gótico.

En esta ocasión nos encontramos con la historia de un joven llamado Frederic Mayol quien abandona la Viena que ve nacer el psicoanálisis para instalarse en un sanatorio, cerca de la capital catalana. El edificio había servido para albergar antes un internado para muchachas de buena familia, un tenebro pasado que atrapará a Frederic. Todo ello queda narrado de manera trepidante y sin dejar de lado la mejor tradición de la novela gótica.

Tono de escritura

Hill, en declaraciones a este diario, explicó que si ha optado por dar un giro es porque «me quería divertir. Cuando estaba acabando la trilogía de Salgado ya tenía en mente que quería hacer algo radicalmente distinto. Es una época que me gusta mucho dentro del siglo XX. Lo único que es difícil, pero al mismo tiempo gratificante, es que mentalmente cambias, por ejemplo, el tono de escritura sobre todo cuando tienes, como en este caso, un diario en primera persona por una directora de un colegio de hacia 1900. Cuando empiezas, te metes en ese mundo y a partir de allí sin problemas. Eso sí, requiere un gran trabajo para captar cómo pensaba esa gente».

En la novela aparecen los movimientos de obreros en las fábricas, lo que era «la crisis de ese momento». Es algo que lo enlaza con algunas novelas de autores como Mendoza, aunque introduciendo aquí «una parte gótica y una intriga de tipo psicológico». Hill mantiene Barcelona como uno de los escenarios principales, pero como también lo es Viena o Sant Pol, donde está el internado. «Siempre he utilizado como escenario, pero lo que me gusta de la ciudad es que no se pueden hacer rutas con mis novelas», aseguró el novelista.

También ha querido sorprender al lector con un tono distinto porque «lo que pasa en la novela, en el internado, es muy desagradable. Es un gótico más incómodo y perverso. Mientras escribía me venía a la cabeza Nicole Kidman en “Los otros” o “Rebeca”, tanto la película como la novela».

En «Los ángeles de hielo» tiene un papel importante la introducción del psicoanálisis en la conservadora España de los años 10. «Cuando empecé esto pensé en escribir sobre los conflictos que genera la represión, la sexual y otras. Entonces se me ocurrió que era ideal, al ser yo psicólogo de formación, hablar de esos conflictos porque se estaban empezando a tratar. Antes si estabas loco, necesitabas reposo y poco más se hacía. Los sanatorios eran como colegios donde si te portabas mal te ataban», apunta el escritor. Con la llegada de Freud empiezan a cambiar las cosas porque él «es el primero en decir que las mujeres tienen sexualidad y que hay unos conflictos asociados a eso. Freud era un pensador revolucionario que relata sus casos como si fueran cuentos».

La novela tampoco oculta su tono femenino. «Siempre he tenido muchos personajes femeninos, pero es que en esta ocasión toda la parte del internado está relacionada con mujeres y la directora del centro también lo es. Luego España vivió lo que vivió, pero si no hubiera pasado lo que pasó habríamos llegado a unas cuotas de modernidad que se vivían mucho antes, como cuando las mujeres reivindicaron su derecho al voto», concluyó.