Literatura
Víctor Amela: «Quizá escribo para recuperar el paraíso perdido de la infancia que fue Forcall»
El periodista y escritor Víctor Amela narra una épica historia real que le ha acompañado toda su vida, la del carlista Tomàs Penarrocha, héroe de la zona del Maestrazgo.
Cuando era un niño, Víctor Amela veraneaba en el pueblo de Forcall, en el Maestrazgo. Allí no hacía más que oír las historias del Groc, héroe carlista de la zona que plantó cara a los liberales a mediados del siglo XIX. Su aliento mítico se convirtió en una obsesión, que ahora narra en la novela «La filla del capità Groc», (Planeta) con la que ha obtenido el último Premi Ramon Llull.
– Joan Perucho ganó el primer Premio Ramon Llull en 1981. ¿Debe ser emocionante ganar el mismo premio que uno de sus escritores favoritos?
– Perucho siempre me fascinó, sobre todo por la sensibilidad que palpita en sus frases, esa capacidad de captar todo un universo en un pequeño gesto, un detalle o una mirada. En sus «Històries naturals» hablaba de Morella, pueblo al oeste de Forcall, donde yo veraneaba, y la manera en que hablaba de esos escenarios me ganó para siempre.
– ¿Llegó a entrevistarle?
– Sí. Pude ir a su casa a entrevistarlo. Ya estaba medio ciego, pero me decía, «quieres ver una cosa maravillosa» y entonces me llevó a su librería y me entregó un ejemplar apergaminado. Era un original de Ramon Llull. Entonces me preguntó, «¿a qué huele?», e hizo que me lo acercara a la nariz. Yo no sabía que contestar. Entonces él dijo, «huele como el cráter del Etna». Podía estar medio ciego, pero juro que cuando te iraba parecía que te traspasase por completo. Es uno de esos momentos que te quedan para siempre. En la novela hay un pequeño homenaje a Perucho fácil de identificar para sus admiradores.
– La historia de «La filla del capità groc» le ha acompañado desde la infancia. ¿Sentía alguna presión al decidir que ya era hora de contarla?
– La cuestión es que en el Maestrazgo, 170 años después de los hechos, todavía se siente muy propia esta historia, como si hubiese pasado ayer. Cuando publicaron las memorias del yerno del Groc, que quiso seguir sus pasos, todavía se pusieron nombres con iniciales para no ofeder a los descendientes.
– Usted sí pone nombres y apellidos a todos los personajes reales de esta historia.
– Sí, porque he podido consultar los libros parroquiales de la zona, que informaban de los bautismos, comuniones, casamientos y defunciones de los vecinos de la zona y esto me ha permitido seguirles la pista. A partir de aquí, empieza el trabajo de narrador de juntar todos estos datos en una historia de ficción.
– Su historia saca a relucir amores absolutos, que llegan a cegar por completo a sus protagonistas.
– Es una historia de pasiones, del Groc por sus ideales carlistas, que antepone a todo lo demás, incluso de su familia. De su hija, cuyo amor por su padre le hace verlo como un héroe absoluto y que asegura que daría mil vidas antes de fallarle. Pero a la vez, en un ambiente así, es una historia de grandes traiciones, que siempre vienen de las personas más cercanas a tí, como le ocurrió a Julio César con Bruto.
– ¿Qué le fascinó de estos personajes tan radicales en sus posiciones y creencias?
– Desde tu comodidad urbanita, pusilánime y cómoda, alguien tan recto y aguerrido como el Groc, que lucha a pesar de saber de antemano que está condenado al fracaso, es algo que te fascina irremediablemente. Él solo tuvo en jaque durante tres años al ejército liberal, comandado por Juan Vilallonga, que debía sentir tanta impotencia de no poder atrapar al Groc que llegó a sobornar a la gente del pueblo para que le ayudasen a atraparlo.
– Las montañas de los Puertos de Morella son casi un protagonista más de la novela.
– Si Robin Hood tenía el bosque de Sherwood, el Groc tenía la comarca de los Puertos de Morella. Para mí son los paisajes ibéricos más bellos que he visto nunca. Son lugares agrestes, de difícil acceso, ideales para esconderse en ellos e imposibles para ejércitos regulares. Cualqueira que viva allí tiene que tener una personalidad dura y resistente a la fuerza.
– No es la primera vez que esta zona sale en sus novelas, aunque estuvieran ambientadas en la antigua Roma o en el siglo XIV en «El cátaro imperfecto».
– En mi adolescencia, no sé decirte por qué, dejé de ir al Forcall, un lugar que con el paso del tiempo ha pasado a significar para mí como el paraíso perdido de la infancia. Yo, claro, vivía en Barcelona y aquellos veranos eran para mí como experimentar la vida auténtica, vivir de verdad, y eso lo he añorado mucho desde entonces. Supongo que una de las razones por las que escribo sea recuperar ese paraíso perdido.
– ¿En sus próximas novelas también saldrá esta zona mítica para usted?
– No lo sé, porque ahora creo que ya he cumplido con mi deuda, pero al final siempre surge sin que yo sea consciente. Creo que tengo algo así como una historia genética del lugar que brota sin que yo pueda evitarlo. La primera vez que llegué a Forcall juro que reconcí los perfiles de las montañas.
El conseller Santi Vila entrega el Premi Ramon Llull
Víctor Amela era ayer un hombre feliz, con la entrega del XXXVI Premi Ramon Llull, dotado con 60.000 euros.El Hotel Palace fue el escenario escogido para la ceremonia, en el que el conseller de Cultura, Santi Vila, fue el encargado de entregarle a Amela el galardón. Al acto también asistieron los expresidentes de la Generalitat Artur Mas y José Montilla, el teniente de alcalde de Barcelona, Jaume Asens, el ex-alcalde de la capital catalana Xavier Trias y el presidente del Grup Planeta, José Creuheras.
«La filla del capità Groc»
Víctor Amela
PLANETA438 páginas
21,50 euros
Ebook: 12.99 euros
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