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Viejas historias del sur

Las editoriales recuperan novelas inéditas en castellano de maestros sureños de Estados Unidos como las míticas «Mumbo Jumbo», de Ishmael Reed o la trepidante «Modern Baptists», de James Wilcox

Ishmael Reed tenía publicadas en Mondadori algunas de sus novelas, pero mantenía inédita en castellano su considerada obra maestra
Ishmael Reed tenía publicadas en Mondadori algunas de sus novelas, pero mantenía inédita en castellano su considerada obra maestralarazon

Las editoriales recuperan novelas inéditas en castellano de maestros sureños de Estados Unidos como las míticas «Mumbo Jumbo», de Ishmael Reed o la trepidante «Modern Baptists», de James Wilcox.

Si el mundo tuviera unas fuertes manos con las que agarrar a sus hijos pródigos, para así poder levantarlos en alto y que todos pudieran verlos y celebrarlos, los nombres de Ishmael Reed y James Wilcox no serían sólo esa horrible pregunta que nadie conoce en el Trivial Pursuit, sino que saltarían a la primera a la memoria de los aficionados a la literatura. Los escritores sólo lo son si la gente los lee, sino son locos que garabatean sonidos guturales. Es triste hacer enloquecer a los escritores, es triste no leerlos, y tanto Reed como Wilcox lo merecen con creces.

La verdad es que es una suerte que el mundo no tenga manos enormes, ni siquiera pequeñas, a lo Donald Trump, tocándolo todo sin permiso, porque el mundo ya es lo suficiente raro tal y como es. Lo que sí sería necesario es que al menos los libros de estos dos escritores sí se encontrasen siempre en las librerías. Siempre, por supuesto, es demasiado tiempo. No hay que ser tan ambicioso. Lo importante es ahora y ahora, por fin, sí que se pueden encontrar las obras maestras de estos genios oscurecidos por el tiempo.

La editorial La Fuga acaba de publicar «Mumbo Jumbo», de Reed, una genial tour de force lingüística que utiliza la sátira, los juegos de palabras y la fiebre para crear una historia que reinventó la cultura negra americana en la segunda mitad del siglo XX y que suscitó halagos de académicos ñoños como Harold Bloom y divos escarcharantes como George Clinton, padre de Funkadelic. «¡Oh, Dios mío! ¡Mumbo Jumbo! Es una de mis novelas favoritas. ¡Suena igual que el funk!», diría Clinton con razón, pero también suena a jazz, a be bop, a free jazz, a rock n’ roll, a rythm and blues, a heavy metal, sobre todo a heavy metal, a flamenco, a cualquier cosa que pase por música y te impacte en el corazón.

La sinopsis es de esas que, con tantos elementos, suena caótica, y lo es, pero de ese caos del que brota siempre la más genial sátira poética. PaPa LaBas es un doctor hudú y el responsable de la Katedral Mumbo Jumbo de Nueva York. Estamos en los felices años 20, que son felices simplemente por comparación, porque también pasan cosas horribles. Estamos en plena eclosión del Renacimiento de Harlem, que auspició las carreras de Zora Nearle Hurston, Langston Hugues, Nella Larsen, Claude McCay o Jean Toomer, por nombrar a escritores, algunos de ellos todavía inéditos en español. Por allí también pasaban gente como los pintores Aaron Douglas, John T. Biggers o los músicos Duke Ellington o Louise Armstrong. En este contexto, PaPa LaBas se verá envuelto en las trifulcas de las bandas callejeras, el racismo, incluso la guerra sucia de los Estados Unidos contra Haití.

Sin embargo, el protagonista de la narración no es la peripecia vital de sus protagonistas, sino ese contexto tan rico y febril en el que el jazz, el auge del jazz como motor de la cultura de masas acaba de arrancar. Aquí aparecerá lo que llaman Jes Grew, una enfermedad que se expandirá como la gripe entre la población negra y blanca también que les obligará a bailar hasta el agotamiento. Y si bailas hasta el agotamiento, que mejor que hacerlo con jazz y no parezca una tarantela humillante y sin sentido.

Será Papa LaBas quien se interne por el lado más sucio y escondido de la ciudad en busca de un texto sagrado que de sentido al Jes Grew, y sobre todo una cara. Esto le hará enfrentarse la temible Orden del Cardo y al último descendiente de los Templarios. Reed consiguió con la novela cambiar el paradigma sociocultural americano y centrarlo en los hallazgos de la comunidad negra, en lugar de los de la comunidad blanca. Y de camni consiguió una historia fascinante dentro de su hilaridad. Aunque sólo sea por las fiestas del jazz, hay que leerla.

Por su parte, blanco, tan blanco como el que más, es James Wilcox, que en los 80 publicó una pequeña novela llamada «Modern Baptists» que electrificó a todo aquel que la leía hasta convertirle en pelirrojo. La editorial Contra publica la novela bajo el nombre «Tulsa Springs», la ciudad protagonista de la historia, a la que se añade «Mr. Ray», el primer cuento del autor también ambientado en la misma ciudad.

En este caso, el libro nos cuenta la monótona y acartonada vida del señor Pickens, un nervioso, neurótico y excéntrico encargado adjunto de la tienda de ofertas Sonny Boy. Por error, y vaya error, le diagnosticarán un cáncer terminal y nada mejor que poner tu vida patas arriba cuando te crees que te vas a morir. No será todo culpa suya, Coincidiendo con las malas noticias, llegará a su casa y se instalará en ella su hermanastro, actor frustrado y aterrado por el paso del tiempo, que no está siendo muy agradecido con él y sus cuarenta años. Acaba de salir de la Prisión Estatal de Angola, acusado de tráfico de cocaína. Las mujeres serán aquí las encargadas de poner gasolina al fuego y precipitar el caos. Dos compañeros de trabajo irán a ver a Pickens y cuando se encuentren con su hermanastro, toda la salsa entrará en ebullición. La última gran historia del sur, y hay unas cuantas, y 20 son de Faulkner.