Literatura
¿Y si las palabras hablasen?
David Fernández Villarroel se mete literalmente dentro del diccionario en «Futuro imperfecto», extraordinaria metáfora del poder del abecedario para crear la realidad y la fantasía
David Fernández Villarroel se mete literalmente dentro del diccionario en «Futuro imperfecto», extraordinaria metáfora del poder del abecedario para crear la realidad y la fantasía.
Tenía poco más de 18 años cuando David Fernández Villarroel aterrizaba en Barcelona desde un pequeño pueblo de León. Llegaba lleno de sueños y expectativas para estudiar lo que entonces se llamaba Filosofía y letras, con la gargantuesca idea de convertirse en escritor. A los 15 años un profesor le enseñó a amar los libros y ese «veneno saludable» no le había abandonado. Una medianoche, mientras leía en un banco en la plaza Orfila de Sant Andreu, un furgón policial aparcó a su lado y dos agentes con metralletas se aposentaron a su lado, pidiéndole que se identificase.
Más sorprendido que asustado, el chico se dio cuenta de que se había olvidado la cartera en casa y entre balbuceos les dijo a la policía que no tenía el carnet. Éstos, siempre suspicaces, le hicieron subir al furgón policial para llevarlo al calabozo. ¿Tan sospechoso es ser joven y leer? Al final consiguió que la policía le acompañase a casa para enseñarles que no mentía, que sólo era un muchacho que le gustaban los libros. Los policías se fueron, pero el miedo permanecía. Para un joven que quiere ser escritor, no es un mal comienzo para una novela.
Así arranca «Futuro imperfecto» (Ediciones Oblicuas), novela en la que David Fernández Villarroel nos traslada a la Barcelona de principios de los 70 para una Bildungsroman, novela de formación, que une y, sobre todo, enfrenta a la realidad y la fantasía. El protagonista es Martín, joven escritor en ciernes que, harto del vértigo de la página en blanco, se meterá dentro del mismo diccionario y, con la guía de Memoria, empezará a hablar con el resto de las palabras. «Quería hacér una reivindicación del diccionario como una herramienta fundamental no sólo pedagógicamente, sino vital. Es el lugar donde conviven todas las palabras que sirven para nombrar el mundo, así que me pareció original sublimar esta idea y vivir directamente en ese un mundo», comenta el escritor.
De esta forma, vemos como desesperan los extranjerismos para que los académicos las dejen entrar, cómo los arcaísmos sufren para no caer por completo en desuso y perecer para siempre o capítulos donde aparecen decenas de palabras con la «b» en un malabarismo lírico digno de aplauso. Pocos libros consiguen de forma tan física que sientas cariño por las palabras. «Empecé el libro sólo en el mundo del diccionario, pero pensé que la fantasía necesitaba un contrapunto realista para sujetar la ficción y el lector no se perdiese», señala el escritor. Así, los capítulos de Martín dentro del diccionario se solapan con la reconstrucción de la vida de un joven que busca su lugar en el mundo.
Entre el sueño y la realidad
El contraste entre realidad y ficción da músculo y fricción a un apasionante relato en que vemos y sentimos esa fatídica distancia de los sueños y fantasías de la juventud y la realidad que acaba por llegar, tarde o temprano y avasallarnos por completo. «El título futuro imperfecto hace referencia a esa idea de hablar y hablar del futuro lejano sin que nos demos cuenta de lo que sucede aquí y ahora. Martín llega a Barcelona lleno de sueños, pero no tardará mucho en descubrir que la realidad tiene otros planes para él», comenta Fernández Villarroel.
Esta idea se puede ver claramente con las mujeres de la novela, de la profesora austente, que desprende misterio tras su desaparición, y la vulgaridad de su apariencia cuando aparece y el mistero se desvanece, O en la estudiante que Martín conoce en el diccionario, de la que se enamora platónicamente, y de la novia que tendrá en la realidad, que por mucho que lo fuerce, no es como esa chica abrazada a Bob Dylan en la portada de su disco «The freewheelin» de 1963. «La música y la educación sentimental que crea en todos nosotros también tiene mucha importancia. Martín desea para sí mismo esa imagen romántica, pero...», comenta Fernández Villarroel.
«Futuro imperfecto»
David Fernández Villarroel
EDICIONES OBLICUAS 426 páginas
18,00 euros
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