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¿A dónde va Compromís?
La detención de Carles Puigdemont afecta, mal que nos pese, a la Comumitat Valenciana. Al menos en lo que se refiere a Compromís. Es el partido de especial sensibilidad y simpatía con Cataluña. Por más que lo intente disimular, negarlo taxativamente no lo niegan, en cuanto hay una excusa aparece la tendencia pancatalanista. Lo comprobamos el lunes y lo corroboran ellos mismos en cuanto tienen ocasión como, por poner un ejemplo, con los nombramientos en la futura televisión autonómica.
El lunes, como decía, fue desde el Bloc, una de las formaciones integrantes de Compromís, desde donde se convocó una concentración ante la Delegación del Gobierno para reclamar la libertad de los «presos políticos». ¡Toma ya! Se niegan a aceptar que no son «presos políticos», sino políticos que se encuentran en prisión acusados de delitos de especial gravedad contra la Constitución y las leyes. La reacción de simpatía con estos golpistas indica el gen ideológico de la citada coalición.
Tiene sobrada razón la presidenta del PPCV, Isabel Bonig, al denunciar ayer la política de Compromís y ratificar las manifestaciones del día anterior de su diputada María José Català, pidiendo al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, romper amarras con esa formación. Como razón tiene éste en distanciarse en este tema de Mónica Oltra y sus cuates.
Las propuestas no serán atendidas pero se imponen la coherencia y fidelidad con sus votantes. Responden con ello, además, a los sentimientos de la mayoría de los valencianos que tenemos más que asumida nuestra propia identidad, diferenciada con los vecinos del norte, cuyos defensores lo notarán en las próximas elecciones. Así es la vida.
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