Violencia de género

Alertan del «gran repunte» de violencia contra la mujer entre los 15 y 25 años

La clave es el vínculo afectivo con los padres. Hay que educar a los niños para que sean conscientes de que sus actos pueden hacer daño a otros

«La niña crecida en un ambiente de violencia será una futura víctima de violencia de género y el niño, un futuro maltratador, aunque no siempre»
«La niña crecida en un ambiente de violencia será una futura víctima de violencia de género y el niño, un futuro maltratador, aunque no siempre»larazon

La clave es el vínculo afectivo con los padres. Hay que educar a los niños para que sean conscientes de que sus actos pueden hacer daño a otros

Existe un gran repunte en la violencia de género entre los 15 y los 25 años. «El aumento ha sido paulatino, pero es muy llamativo el crecimiento de violencia entre jóvenes respecto a hace treinta años. Hay quien dice que antes no se denunciaba, pero la realidad es que el número de denuncias es muy superior; incluso en los casos en que no se denuncia estamos hablando de una cifra mayor, como atestiguan distintos estudios. Estamos en una situación de retroceso».

Así se ha expresado hoy la policía y psicóloga Julia Ruiz, de la Unidad de Atención a la Familia y Mujer de la Brigada Provincial de la Policía Judicial de Valencia, durante los cursos de verano de la Universidad Católica de Valencia (UCV). Para Ruiz, lo fundamental para prevenir esta problemática es la educación desde la propia familia: «La clave está en los vínculos afectivos con el cuidador. Los padres (que suelen ser los cuidadores, normalmente) deben establecer un estilo de apego seguro desde el nacimiento del niño. Así se le aporta al este protección, confianza y seguridad, y una capacidad de autogestión. Un vínculo seguro entre padres e hijo hará que, mientras este crezca y se le inculque una disciplina positiva (hay que ponerles límites a los niños), exista una comunicación que ayudará a que el niño sepa que sus padres estarán ahí cuando los necesite, pero no le van a abrir el camino. Estarán para ayudarle a levantarse si se cae, pero no para solucionarle las cosas. Ese niño crecerá con autovalía y autoestima».

Además, Ruiz ha remarcado que desde la etapa preescolar es necesario un espacio o asignatura sobre vínculos afectivos y cómo relacionarse con los demás en los centros de enseñanza.

«Esta combinación familia/colegio crea niños basados en el todo, no solo en el egoísmo enfocado únicamente a las propias necesidades. Son niños conscientes de que deben cubrir sus necesidades, de autogestionarse, y conscientes de que sus actos pueden hacer daño a otros».

Personalidad insegura, de tipo dependiente o fría

Las características de dicho vínculo seguro son las opuestas a las de los menores provenientes de entornos donde el maltrato es habitual: «La mujer sometida a maltrato -víctima mayoritaria de esta clase de violencia- cubre las atenciones primarias de sus hijos, pero no llega a cubrir la necesidad de vínculo desde el nacimiento». Así, «no se generará un vínculo seguro del niño con sus cuidadores, sino que aparecerá en él una personalidad insegura. Dependiendo de qué tipo de inseguridad sea, será un chico dependiente a la par que celoso; en el caso de las chicas, alguien dependiente de cualquiera que le muestre un poco de afecto y, por tanto carne de cañón para ser víctima de violencia de género. También puede surgir una personalidad de tipo esquiva, calculadora».

Así, explica que, a grandes rasgos, existen dos tipos de personalidad nacientes de esta clase de ambientes: el inseguro ansioso y frío, y el inseguro ansioso resistente (dependiente). «Ello desencadenará con muchísima probabilidad que la niña crecida en ese ambiente sea una futura víctima de violencia de género y el niño, un futuro maltratador. Pero no siempre es así; a veces la niña será la maltratadora y el niño, el maltratado».