Literatura

Valencia

«Este libro era un reto, quise saber si era capaz y lo soy»

Con el latido de querer reivindicar el papel de la mujer, «Apenas unos segundos» reaviva a través del testigo de cuatro féminas, los dramáticos episodios de un pasado que no debe ser ignorado

«Este libro era un reto, quise saber si era capaz y lo soy»
«Este libro era un reto, quise saber si era capaz y lo soy»larazon

Con el latido de querer reivindicar el papel de la mujer, «Apenas unos segundos» reaviva a través del testigo de cuatro féminas, los dramáticos episodios de un pasado que no debe ser ignorado

«Vivo constantemente mirando qué ocurre en el mundo». Esta inquietud por mantenerse informada por cuanto acontece, desde los lugares más remotos del planeta hasta su entorno más cercano, es lo que llevó a Amparo Tórtola a tener clara cuál debía ser su profesión. «Soy periodista 24 horas al día». Es como la valenciana se identifica y presenta. Una descripción concisa a la par que certera, y así lo avalan los 25 años de dedicación plena que ha concedido al oscilante universo de la comunicación y que desde los 23 años compaginó con su temprana maternidad.

Con todo, su prolífica a la par que sacrificada trayectoria en medios tanto valencianos como nacionales: Hoja del Lunes de Valencia, Las Provincias, El Mundo, RTVV o, actualmente, Cadena SER, no es lo que más suscita la atención de su persona. En una mañana de café con la periodista, con motivo de su estreno como autora de relatos, descubres en ella un libro abierto, cercano y del que emana un amplio entramado de conocimientos, de historias y anécdotas de lo más variopintas. Bagaje que encuentra explicación en su férrea inclinación hacia la lectura. Una pasión que declara heredar de sus padres y que hoy plasma en su primera novela: «Apenas unos segundos».

Un relato que irradia drama, tensión, que rompe con las expectativas del receptor y que, en palabras de los primeros en probar sus páginas, «apenas necesitas unos segundos para saber que esta novela te atrapará hasta el final».

Apenas unos segundos

A través de los ojos de una saga de cuatro mujeres -de la bisabuela a la biznieta-, el lector emprenderá un viaje con billete de retorno al pasado. Andanza que comienza en la década de los años 30, en una España que se encuentra -para su pesar y todavía ignorancia- a las puertas de uno de los episodios más devastadores e inhumanos de la historia del país: la Guerra Civil Española, y que continuará con la desgarradora experiencia del exilio hasta culminar, treinta años después, con un cambio radical de aires en los alocados y liberales años de la movida madrileña.

Una novela que Amparo Tórtola emprendió por obra de la casualidad, a raíz de la lectura de la historia del barco «Winnipeg». El navío que por voluntad e ímpetu del chileno Pablo Neruda, y de su pilar de apoyo, la argentina Delia del Carril, consiguió trasladar a dos mil refugiados republicanos españoles lejos de las garras de la muerte, o cuanto menos de la represión, hasta la tierra natal del poeta.

Esta travesía de ida hacia la Chile de acogida se convertiría en el punto de partida de la novela, acaparando gran parte de la trama.

«De la historia lo primero que me gustó fue el nombre: Winnipeg. Me pareció una palabra preciosa. Nunca había oído hablar de este barco».

La curiosidad le condujo a seguir investigando cuando, para sorpresa del destino, su hija pequeña y que por aquel entonces se encontraba en Valparaíso, le llama para comunicarle que acaba de visitar la casa de Neruda y que le trae un libro: «Winnipeg, el barco de la esperanza». Tras esta coincidencia entre madre e hija, a pesar de la acusada distancia que les separa, Amparo se ve todavía más motivada, fruto de la incredulidad, a seguir leyendo.

«Conforme voy tirando del hilo me van apareciendo historias impactantes como la maternidad de Elna».

Historias que ocurrieron pero que, por caprichos de la vida, pasaron desapercibidas, ignoradas, o quizá, olvidadas. Historias que merecían ser contadas y que la autora decidió rescatar, como es el caso de «el ángel de Elna».

A escasos kilómetros de la barbarie, de la trágica experiencia de los campos de concentración del sur de Francia, de aquellas «cárceles al aire libre», hubo una pequeña hermandad, custodiada por una maestra y enfermera suiza, de nombre Elisabeth que consiguió devolver vida a un panorama donde reinaba el hambre, el frío, el desamparo y, por ende, la muerte. Exactamente, «la hermandad de Elna» permitió el nacimiento de 400 niños de madres refugiadas de la Guerra Civil española, y que, si no fuera por la actuación del ángel que las asistió, estarían condenadas a morir, y antes o después, también sus criaturas.

«Para escribir leí muchos libros acerca de los campos de concentración franceses. Cuesta aceptarlo pero yo ahora veo imágenes de la población siria de hoy en día huyendo de la muerte y es lo mismo que los españoles exiliados. Estamos viendo estampas en el siglo XXI que nos remiten a los peores momentos del siglo XX».

Estampas que fueron y son reales y que, tal como persigue evitar el libro, no deben ser ocultadas. «¿Cómo entender el presente si ignoramos el pasado?».

Un ayer que es contado a través de un rigor y una capacidad de contextualización impoluta. «Cuando uno hace una novela con un trasfondo histórico, hay ciertas licencias que no te puedes permitir. Ser fiel y no tergiversar es lo primero. No soy historiadora pero siento un respecto máximo por quienes se dedican a ello».

No es historiadora pero sorprende, tanto a través de la narración como conversando con ella, la abundante cultura e historia que conoce, particularmente, cuando el tema le fascina.

«Cuando te dedicas al periodismo, igual que cuando te dedicas a escribir, eres como una esponja, todo lo absorbes».

Es el caso de la vida del poeta Pablo Neruda de quien testifica conocer toda su vida y obra, como también de su pareja sentimental, la artista y multimillonaria argentina, Delia del Carril, por la que declara sentir una enorme admiración.

Con todo, con quien posee una mayor afinidad es con la más pequeña de las cuatro generaciones de mujeres: Lucía.

«Yo me identifico con la narradora porque es de una época que yo también viví. Estudié en la capital a finales de los ochenta. De esos años describo cuatro pinceladas que cualquier persona que conociera ese Madrid lo reconocería fácilmente».

Lo mismo sucede con la Valencia de los años 30. La tierra de los orígenes de la autora, la misma que por orden lineal de tiempo da comienzo a un libro sobre el que Amparo Tórtola culmina sentirse profundamente orgullosa.

«Era un reto, quise saber si era capaz de hacer y lo soy».