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Cinco alicantinos recorren en silla de ruedas parte del Camino de Santiago

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El Camino de Santiago es siempre una aventura. Para algunos, más un recorrido de fe, para otros, un ejemplo de superación personal y colectiva.

Este es el caso de cinco alicantinos, cuatro hombres y una mujer, con espina bífida, que han superado 67 kilómetros de esta senda con un solo objetivo en mente: demostrar que nada es imposible.

Junto a ellos estuvieron en todo momento doce familiares y voluntarios de la Asociación de Espina Bífida e Hidrocefália de Alicante (AEBHA), entre ellas su portavoz y auxiliar administrativa, Rosa Díaz.

Su andadura arrancó el pasado día 18 desde Palas de Rei y terminó el 24 en Santiago de Compostela, tras cinco etapas de entre 18 y 14 kilómetros por día.

Siempre es un camino duro. Pero en esta ocasión más si cabe, puesto que las sendas y la mayoría de los albergues no están adaptados para personas en silla de ruedas, aunque estas estén preparadas especialmente con gomas de montaña, como fue el caso.

"Hacíamos cinco kilómetros en dos horas, de media. El descanso era muy importante", ha indicado Díaz en declaraciones a EFE.

El objetivo era claro: "promover una experiencia donde las personas con discapacidad pudieran poner en práctica todo su potencial; quedarse con la idea de que lo impensable es posible", ha agregado en una nota de prensa.

La espina bífida es una malformación congénita por la cual la columna vertebral del feto no se cierra completamente durante el embarazo. Suele estar acompañada por algún tipo de daño neurológico o por cierta parálisis en las piernas.

Otra de sus consecuencias es la hidrocefalia, una acumulación de líquidos en el cerebro por no estar bien cerrado el conducto medular.

Como en toda aventura, siempre debe haber un promotor de la idea. Y, en este caso, fue el presidente de ABEHA, Miguel Ángel Consuegra, quien, tras recorrer el camino por su cuenta, decidió que era una experiencia que sus compañeros tenían que vivir.

Concienzudo en su propósito, Consuegra se puso manos a la obra. A través de la asociación se hicieron con cinco sillas de ruedas especialmente preparadas y empezaron a gestar un viaje que terminaría con el reconocimiento de toda la catedral de Santiago.

En concreto, en la misa vespertina del 23 de agosto, donde los 18 participantes tuvieron una mención especial por parte del párroco, recibieron la compostelana e, incluso, fueron invitados a leer una invocación al apóstol Santiago.

A pesar de todo, Díaz tiene claro lo primero que sintieron al terminar su aventura: "mucho alivio".

La orografía del camino, con sus constantes pendientes y desniveles, fue de lo más duro del viaje. De ahí que la portavoz de ABEHA destaque el hecho de "llegar todos bien y sin ningún percance".

"Ellos (los usuarios en silla de rueda) estaban muy contentos y satisfechos, pero nosotros (familiares y voluntarios) estábamos casi más emocionados", ha remarcado.

Díaz ha asegurado que animarán a más gente a vivir esta experiencia el próximo año, aunque, seguramente, las mismas personas opten por no repetirla. "Ha sido duro", ha insistido.

Repitan o no, este viaje quedará guardado entre sus recuerdos para la posteridad. Y quizá no sólo en el de ellos, sino en el de muchas otras personas a las que su ejemplo puede resultar vital.