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La Razón
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No, conseller, la culpa del injusto sistema de financiación de las Comunidades Autónomas, no es de Franco. En sus tiempos ni siquiera había autonomías. La afirmación de Vicent Soler en el Foro de Nueva Economía responsabilizando al general, en opinión de mi amigo Rogelio, carece de fundamento y perspectiva histórica. Propensos al disparate, deberías centrar el pecado en los Reyes Católicos.

A saber. Antes de lograr la unidad, la nación presentaba cuatro capas socio-culturales: judíos, árabes, hijosdalgo y pícaros.

Con la expulsión de los judíos en 1492 mediante el «Edicto de Granada» Isabel y Fernando destruyeron el sector de la economía, el capital, la banca, incluso la medicina. Eran los encargados de recaudar el Tesoro y Tributos. Su posición cerca del rey, nobles y prelados era clave, lo cual explica el vacío posterior.

A través de la Reconquista se logra el éxodo árabe a excepto quienes se quedaron. Eran los expertos en matemáticas y medicina, así como de las técnicas para producción de papel y vidrio. Ellos le dieron, según las crónicas, vida nueva al entusiasmo por las ciencias y las letras. Todos los europeos que querían obtener conocimientos científicos y técnicos, debían acudir a Córdoba.

¿Quiénes quedaron? Los «fijosdalgo» (pringaos) y los pícaros que alcanzaban esa condición por la necesidad.

Los primeros, como es sabido, no trabajaban, nada producían, vivían de sus rentas y las dilapidaban a base de los impuestos de los demás. Los segundos están perfectamente plasmados en esa genialidad de autor anónimo y conocida como El Lazarillo de Tormes.

Es lo que hay, y en esas estamos, conseller. Olvida Alaquàs. No conviene nombrar tanto a Franco, no vayas a resucitarlo. Así es la vida.