Política
El calvario de Oltra
Mónica Oltra está que echa chispas, a juzgar por el comportamiento que presenta de un tiempo a esta parte y que, el viernes, se encargó de reflejar en su tradicional comparecencia tras la reunión del Consell y que dejó perplejos a los periodistas allí presentes. Actitud que mantuvo también en su habitual charla, «off the record» o no, de después.
¿Qué le pasa a la vicepresidenta? Una pregunta relativamente sencilla de contestar si tenemos en cuenta la frustración que debe sentir al ver que sus expectativas de hace más de tres años se han venido al traste formando un escenario imposible de aceptar para según qué caracteres.
Mi amigo Rogelio, que se dedicó a indagar sobre el asunto, supo que ese carácter se le ha agriado aún más en los últimos tiempos por las contrariedades sufridas, que culminaron el 9 de octubre al conocer las leguas de ventaja que le saca a su persona el president Ximo Puig en valoración, imagen, solvencia y, lo que es más grave, en expectativa de voto. De ahí que haya comentado más arriba la frustración respecto a las perspectivas tras las elecciones de 2015 por las que se veía presidenta –muchos analistas lo presagiaban- tras las próximas de 2019.
«Está muy nerviosa», comenta mi amigo, más cuando comprueba el escaso poder para cuestiones importantes como la convocatoria de autonómicas que, por otra parte, no está en la mente del Molt Honorable. El viernes volvió a demostrar su desasosiego, en ocasiones exaltación, habituales ya en temas que afectan a la gobernación de la Comunitat. Un estado de ánimo que irá a más, a peor, conforme la sociedad vaya descubriendo que Compromís es una coalición nacionalista. Así es la vida.
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