Salud

El falso mito de la «depresión navideña»

Somos más perfeccionistas y tenemos expectativas poco realistas, pero no nos deprimimos más durante estas fechas, según los expertos

No hay que autoimponerse unas «navidades ideales» ni dar por hecho que la mayoría de las personas son felices
No hay que autoimponerse unas «navidades ideales» ni dar por hecho que la mayoría de las personas son feliceslarazon

Los psiquiatras James Hillard y John Buckman publicaron en hace 35 años en el Journal of the American Medical Association (JAMA), una de las revistas médicas más prestigiosas, un artículo que buscaba esclarecer un supuesto bastante extendido: que la Navidad tiene un efecto depresógeno. Pero tras revisar múltiples estudios concluían que «nunca ha sido demostrado un incremento de la psicopatología» durante estas fechas. De hecho las tasas de suicidios, urgencia y hospitalizaciones psiquiátricas se reducían, incrementándose en enero. Algo similar a lo que sucede en España donde la estación en que más suicidios se producen es en verano, (un 13,8 por ciento más que en otoño).

Más recientemente, en 2011, Sansone publicó otro artículo revisando toda la literatura médica aparecida desde 1980 sobre el efecto de la Navidad en la salud mental describiendo un empeoramiento del estado de ánimo y las muertes relacionadas con el alcohol. Confirmaba los hallazgos del estudio anterior (disminución de urgencias psiquiátricas, conductas autolesivas, e intentos de suicidio) si bien constató que se incrementaban el uso de sustancias y la ingesta alcohólica y todos los problemas sanitarios y sociales asociados al consumo.

Según cuenta el jefe de la Unidad de Psiquiatría del Hospital Casa de Salud de Valencia, Andrés Roig, la Navidad resulta una época muy feliz para algunos, pero también cargada de tristeza para otros. De ahí que todos los años por estas fechas aparezca en los medios de comunicación información relativa a la «depresión navideña». Nos bombardean con imágenes de felicidad y de alegría que no siempre coinciden con la realidad o con lo que se supone que deberían sentir.

La vida es como el café

El especialista explica que en ocasiones se trata de personas que pueden padecer una depresión mayor, la cual, entre otros síntomas conlleva cierta anhedonia o incapacidad para disfrutar, algo que se pondrá de manifiesto en muchas de las situaciones sociales que se dan en navidades. En otros casos se tratará de un trastorno afectivo estacional, una forma particular de depresión asociada a aquellos periodos en que se reducen las horas de exposición a la luz natural (otoño e invierno), lo que alterará los niveles de serotonina y melatonina, sustancias relacionadas con la regulación del estado de ánimo.

Sin embargo, en la mayoría de los casos no se trata de depresiones clínicas, sino de distintos factores y circunstancias que pueden tener un efecto negativo sobre el estado de ánimo.

«No es infrecuente que en estas fiestas seamos perfeccionistas y tengamos expectativas poco realistas. Anticipar o imaginar unas navidades como las que vemos reflejadas en la publicidad es el primer paso para desilusionarnos. Suele decirse que ‘la vida es como el café: huele mejor que sabe’ y frecuentemente las cosas no sucederán como las imaginamos, no resultan perfectas y el resultado puede ser decepcionante si hemos puesto altas expectativas respecto a comidas o cenas, regalos, reuniones sociales, agradar a los familiares...».

Por ello recomienda que no hay que autoimponerse unas «navidades ideales» ni dar por hecho que la mayoría de las personas son completamente felices. Explica al respecto que el contraste entre esta exigencia y la realidad experimentada, se asocia habitualmente a cierto grado de malestar emocional e incluso a vivencias de culpa al no cumplir con la «obligatoriedad» de estar feliz y alegre.

En estas fiestas también se despiertan los recuerdos de los seres queridos que hemos perdido. «Las navidades resaltan el hecho de que quienes no están con nosotros, hacen su ausencia más evidente e incrementan los sentimientos de tristeza y dolor, ya que inevitablemente recordamos los momentos compartidos, agravando las reacciones de duelo. Algo similar sucede en situaciones de separación o divorcio, con el agravante de que muchos días festivos uno de los progenitores deberá pasar dicha festividad sin la compañía de los hijos».

«La vivencia de nuestras navidades está directamente relacionada con los recuerdos de la infancia, con la nostalgia de la magia e ilusión con que vivíamos estas festividades en la niñez. A medida que vamos creciendo las navidades van perdiendo estas características siendo sustituidas por la comercialización y la presión consumista, lo que hace que algunas personas adultas no disfruten de la Navidad dado que conservan como único modelo de referencia el de sus recuerdos infantiles».

Causas

Para muchos, una de las principales causas de la «depresión navideña» es la soledad. Según datos de 2016, en España 4,6 millones de personas viven solas, el 25,2 por ciento de los hogares. De ellos, la mayoría son mayores de 65 años (el 41,7 por ciento), y de ellos un 70,7 por ciento son mujeres. Algunos no tienen familiares o conocidos cercanos, por lo que se ven obligados a permanecer solos. De ahí que en los últimos años hayan ido surgiendo multitud de iniciativas institucionales para que las personas mayores puedan pasar las navidades acompañadas y no en la soledad de sus domicilios. También es el caso de muchas familias monoparentales cuando carecen de familiares cercanos o amigos. «Comprobar que los demás están celebrando las festividades con las familias, puede ser muy doloroso para aquellos que están solos».

Con los años los hijos van emancipándose, muchos contraen matrimonio y la familia nuclear va ampliándose y convirtiéndose en una red social mucho más amplia, por lo que resulta necesario ir acordando los días para poder reunirse lo que en ocasiones es motivo de discrepancias y de conflicto. También para los hijos adultos de padres divorciados puede resultar complicado conseguir y distribuir el tiempo de modo que puedan ver a los padres con sus parejas respectivas.

Por último, los sentimientos negativos de tristeza y desánimo también pueden relacionarse con la Navidad, ya que al final de año es frecuente reflexionar sobre lo sucedido y hacer un balance personal.

«Pero más allá de las vivencias de tristeza y desánimo anteriormente descritas no existe en propiedad ‘una depresión navideña’ clínicamente relevante», señala al respecto el jefe de la Unidad de Psiquiatría del Hospital Casa de Salud. Así que no hay que condicionarse, sino poner de nuestra parte para que estas fechas, como el resto del año, sean lo que nosotros queramos que sean.