Valencia
Fuego y miles de paraguas
La inestabilidad del tiempo sembró Valencia de chubasqueros y ropa de abrigo pero no pudo con la ilusión de los asistentes a la Cremà
Ni el frío, ni el agua intermitente, ni el cansancio... no hubo nada ayer que hiciera mella en el ánimo de los falleros, que, un año más, se volcaron en sus fiestas. La Cabalgata del Fuego, preludio de la Cremà y una de las propuestas más consolidadas del programa oficial de actos de la Fallas de Valencia, fue suspendida ante las previsiones de lluvia, pero unas horas más tarde, las nubes daban una tregua y las calles de Valencia se volvían a llenar de curiosos y josefinos con ganas y piernas para seguir de paseo por los principales monumentos de la ciudad.
Centenares de miles de paraguas sembraron el asfalto del Cap i Casal, provocando una estampa que ya se dio el año pasado tal y como se pudo ver en la última mascletá que se disparó, a cargo de la pirotecnia Europlà, en una plaza del Ayuntamiento abarrotada de entusiastas que pedía pólvora y ruido.
Pero las Fallas no son una fiesta exclusiva de la capital del Turia, pues en decenas de localidades de la Comunitat se celebra el ritual del fuego purificador. En una de ellas, Alzira, estuvo ayer el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, quien aprovechó la ocasión para ensalzar el patrimonio cultural de esta región a través de municipios como el alcireño, cuyos monumentos falleros visitó.
Puig recorrió las fallas Plaça Major, el Mercat y Plaza Malva de la localidad valenciana y pudo disfrutar del ambiente festivo de la jornada.
Allí destacó que Alzira es una de las ciudades falleras más importantes de esta autonomía, además de que dicha fiesta representa una parte fundamental de la identidad del municipio. «La única manera de entender esta Comunidad es mediante las Riberas, y especialmente con Alzira, que juega el papel de fusionar las formas de entender nuestra identidad cultural».
Alzira, Valencia y las otras tantas urbes falleras vivieron anoche la magia del arte efímero, dijeron adiós a un año de ilusiones y quemaron monumentos y sueños con la esperanza de que, a partir de hoy, comenzarán a forjarse unos nuevos.
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