Gastronomía
Lluvia de estrellas, firmamento «gourmet»
La ingravidez hostelera y su variable formato luchan por pertenecer al firmamento Michelín. La galaxia valenciana es cada año más amplia
La ingravidez hostelera y su variable formato luchan por pertenecer al firmamento Michelín. La galaxia valenciana es cada año más amplia
En el epílogo del otoño la galaxia Michelín presenta el equilibrio hidrostático de las estrellas gastronómicas ibéricas. La lluvia estelar es un ritual «gourmet» que se pierde en los tiempos.
Las estrellas que no son visibles a simple vista, aparecen como una diversidad de puntos luminosos fijos en el cielo gourmet. La ingravidez hostelera y su variable formato luchan por pertenecer al firmamento Michelín. La posibilidad de alcanzar una mención estelar somete a algunos cocineros a un ejercicio de claustrofobia gourmet y estrés hostelero. Tan grande es el peligro de totemizar el brillo de las estrellas como predicar la indulgencia gastrónoma.
Las estrellas más prominentes con nombre propio son agrupadas en constelaciones gastronómicas y asterismos gourmet. La constelación michelín hispana se convierte en un remanente estelar formado por más de 200 estrellas que poseen órbitas gustativas cercanas. La interacción gastrónoma gravitatoria tiene un impacto significativo en el turismo gastronómico nacional e internacional.
Un año más se consolida con mayor fuerza la distribución estelar en el firmamento gastronómico de Michelín. Las estrellas están ligadas gravitacionalmente unas con otras formando sistemas gustativos estelares binarios o agrupaciones aún mayores. Tal es el caso del maestro Martín Berasategui que ha conseguido la tercera estrella en el restaurante Lasarte de la ciudad condal, lo que supone ocho estrellas en todos sus establecimientos.
La galaxia «gourmet» hispana de la vía michelín es cada año más amplia. Aunque la mayor parte de las estrellas se concentran en dos constelaciones, (País Vasco, Cataluña) el resto de los sistemas estelares regionales crecen de manera adecuada. Aunque muchos comensales no coinciden en la simetría esférica de las estrellas de determinados restaurantes. La turba gastrónoma esperaba con ansiedad la presentación de la guía 2017.
La excelencia culinaria protagonizada por jóvenes cocineros formados en restaurantes estrellas, más pronto que tarde, produce nuevos brillos en el universo culinario. Las radiaciones gustativas de las propias estrellas han llegado de manera merecida hasta «Sents Restaurant» en Ontinyent.
A pesar de las enormes distancias gastrónomas que separan a determinados restaurantes con estrella, desde la perspectiva «gourmet», sus posiciones relativas parecen fijas en el firmamento. Felicitamos la precisión de los inspectores para identificar al astro de Benicarló, Raul Resino. Gran orientación gustativa y excelente navegación que contrasta con otras decisiones y olvidos.
Desde L’Escaleta (Cocentaina) y BonAmb (Xàbia) han logrado el rendimiento «gourmet» necesario para aumentar la luminosidad gustativa que despiden sus propuestas culinarias con una nueva estrella. Ya son biestrellados. No todas los restaurantes con estrella mantienen lazos gastronómicos estables; algunos, igual que el sol, viajan solitarios, separándose mucho de la agrupación estelar Michelín en la que se formaron. Quedan otros 360 días por delante para volver a intentarlo.
La atmósfera gastrónoma valenciana es visible. Asteroides culinarios y «gastrocometas» que orbitan alrededor del universo hostelero, con éxito evidente de público, sin licencia «gourmet» estrellada. Existe un campo magnético en la hostelería urbana donde varios restaurantes son merecedores de conseguir entrar en el firmamento estelar michelín o, como el caso de Ricard Camarena, subir un escalón en el sistema con una segunda estrella. Es el llamado pico de Michelín.
Renunciamos a un análisis retrospectivo que nos describe un anticiclón urbano de estrellas Michelín en la ciudad de Valencia. La respuesta es sí. No tenemos claro el porqué.
Extrapolando lo observado en la última lista del sistema Michelín dentro de la constelación de restaurantes valencianos. No descarten la teoría de los agujeros negros gastronómicos donde se diluyen opciones claramente potenciales. A veces lo que no se puede controlar hay que relativizarlo.
Las estrellas Michelín no hacen al cocinero pero le significan. El símbolo estelar se convierte en autoridad gastronómica permanente. Los anónimos clientes seguiremos la vía estelar marcada.
Fieles siempre al discurso Michelín pero con dificultad para ocultar las adjudicaciones sorpresas y los supuestos olvidos, los gastrónomos cerrarán transacciones gustativas, durante sobremesas prometidas, con paladares solícitos como testigos de excepción.
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