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Nuevo plan para la Marina: menos tiendas y restaurantes y más ocio y conciertos
La dársena de Valencia busca desvincularse de la imagen del despilfarro
Un entusiasta Vicent Llorens daba ayer las pinceladas de lo que será la nueva Marina Real de Valencia, un espacio que, bajo su dirección, quiere dejar de ser el icono del despilfarro que se vivió en los años de la precrisis. El nuevo director gerente del Consorcio Valencia 2007 anunció que el plan estratégico de la dársena estará orientado al sector de la náutica, la socialización y revitalización de los barrios del entorno, el ocio y la restauración, y la creatividad, la cultura y el emprendimiento con el objetivo de que sea «un espacio para la ciudadanía».
A su juicio, existe un exceso de peso comercial en el planeamiento vigente, por lo que considera que hay que evaluarlo por si hubiera que reformarlo. «Si algo no le falta a Valencia son comercios. Los grandes contenedores comerciales no son necesarios. En la Marina no cabe todo, solo lo que produzca un valor añadido. Los comercios deben estar en el barrio (Cabanyal)».
En ese empeño por convertir la Marina en un espacio para el ocio planteó que sea centro de actuaciones musicales, conciertos y festivales, ya que es el único lugar urbano que permite que se superen los setenta decibelios.
Todos estos proyectos se verán reflejados de una manera detallada en el avance del planeamiento estratégico que prevén presentar antes del próximo mes de julio. En él también se hará especial hincapié en que la dársena sea un espacio de socialización para los vecinos de los barrios de alrededor -Cabanyal, Grao y Nazaret- con el fin de revitalizarlos.
Respecto al hotel de treinta plantas (entre el edificio del Reloj y la estación marítima) que preveía el plan de usos aprobado por los anteriores Gobiernos local y autonómico, Llorens no quiso pronunciarse de manera categórica, pero pidió reflexionar sobre este asunto, porque una edificación de estas características «es extraordinaria en un espacio portuario».
En cuanto al edificio de los Docks (en manos privadas mediante concesión que finaliza en el año 2022) defendió que empresas y administraciones valencianas puedan crear proyectos «tan solventes» como este que ayuden a «contribuir a la viabilidad de la Marina».
El nuevo director prometió no solo cuadrar las cuentas de la entidad en un par de años, sino potenciar la capacidad de creación de empleo, de empresas y de dinamización económica de este espacio, en el que tendrá cabida, de forma preferente, el mundo de la náutica, el turismo y la formación profesional.
No obstante, quiso dejar claro que todos estos objetivos deberán llevarse adelante con «gobernanza colectiva» (el Consorcio está compuesto por las Administraciones local, central y autonómica), con la presencia de todas las instituciones públicas y privadas, y con participación ciudadana.
La Marina Real «lo tiene todo para triunfar, está dentro de una gran ciudad europea y cuenta con tres recursos extraordinarios: una lámina de agua de 560.000 metros cuadrados, un entorno con edificios emblemáticos y tres barrios históricos».
Equilibrar gastos e ingresos en dos años
En dos años, la Marina Real Juan Carlos I de Valencia dejará de perder dinero. En unos cuantos más podría obtener los beneficios necesarios que le permitan tener tesorería para financiar inversiones. Llorens es optimista respecto a las cuentas del Consorcio (actualmente la deuda con el Estado supera los 440 millones de euros), tanto es así que pretende acabar con su déficit operativo en los próximos dos ejercicios y equilibrar de este modo la diferencia entre los 7 millones de gastos de explotación anuales y los 4,5 millones de ingresos que tiene. «En dos años, la Marina irá a tope», pero de momento se ven obligados a hacer una aproximación rigurosa a su situación financiera, a los contratos vigentes y a los que se concertaron en su momento «y tener clara su legalidad».
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