Sociedad

Sorteo de Navidad a bordo

La Razón
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Categorizamos los viajes según las experiencias vividas. El sorteo extraordinario de lotería nos despierta un sentimiento solemne que se funde en la tradición navideña. Los coleccionistas de aventuras imprevisibles deberían vivir al menos una situación como ésta. El seguimiento del sorteo extraordinario en el interior del tren es innegociable. El uso de móviles y tablets se expande y se mezcla entre el pasaje para sofocar la ansiedad informativa. El interior del tren se convierte en un cóctel no desdeñable de ilusión, nervios y sueños. Un hombre quizás perteneciente a la Cofradía de San Idelfonso, nos recita un cuarto y quinto premio madrugadores. Quiere hacer historia en riguroso directo. Una decisión que tiene mucha miga entre el resto de viajeros. Que tiene talento es indudable, aunque la particular retransmisión tiene riesgos. La singular cobertura con retardo del sorteo, se convierte en un «hit» que recorre con humor todos los coches del tren. Vivimos en carne propia el topicazo navideño. Los rostros de los viajeros, como prueba palmaria de ansiedad, se convierten en la presunción constatada de querer conocer en qué número terminará el gordo. Los dimes y diretes de los viajeros que pueblan el coche son constantes. «Si me tocara... hoy mismo no iría a trabajar, es que ni me despido». El instinto de supervivencia se impone «con recuperar lo jugado ya me conformo». «Salud y trabajo». Un ligero grito nos obliga a la atención debida. Ha salido el Gordo. Atacados preguntamos qué número... y la terminación. El décimo premiado despunta claramente de la voz del locutor espontáneo que se funde con el anuncio de próxima estación Valencia Norte. El rito del sorteo de Navidad se ha completado. Otra vez será. Decía Henry Miller que nuestro destino nunca es el lugar, sino una nueva forma de ver las cosas. Y hay viajes que te hacen ver la lotería de manera diferente.