Nueva York

Valencia «on ice»

Los primeros patinadores probaron ayer el hielo de la céntrica pista
Los primeros patinadores probaron ayer el hielo de la céntrica pistalarazon

La plaza del Ayuntamiento de Valencia no es el Rockefeller Center de Nueva York, ni el Parque Gorky de Moscú, ni siquiera la Plaza de Cataluña de Barcelona, pero aspiraciones no le faltan. La pista de hielo que ayer se inauguró en pleno centro de la capital no pretende competir este año con las «top ten», sin embargo el plan es que esta infraestructura temporal forme parte del paisaje navideño. Ello dependerá de si se cumplen las expectativas económicas que apuntan a que más 50.000 personas pasarán por caja durante los 23 días que permanecerá abierta.

El plan es que no le cueste nada a los comerciantes del centro histórico, promotores de la iniciativa y que, además, sirva de revulsivo para animar a asociarse a los establecimientos que no lo están, según explicaba ayer la gerente de la entidad, Julia Martínez.

Si los cálculos no les fallan, el próximo año la pista actual de 600 metros cuadrados podría duplicar su tamaño. Ya se verá. Así lo expresaba también la alcaldesa Rita Barberá durante la visita que por la mañana realizó a la pista. «Por mí, estaría todos los años», y aunque admitió que ha habido «inconvenientes tremendos» para traer a la plaza la electricidad necesaria, finalmente se ha conseguido.

«Es una novedad muy vista en las películas y querida mucho tiempo, y tenemos que aprovecharla y que se lo pasen bomba patinando los nanos y los mayores. Todos». Eso sí, insistió en preservar la «dignidad» de la plaza. Así que, de momento, nada de mercadillos, ni tiendas de «souvenirs», ni grandes logos de patrocinadores.

No obstante, la céntrica infraestructura no ha gustado a todo el mundo. Las críticas de Ecologistes en Acció de València se han centrado en el «despilfarro energético» que supone su instalación. Además, creen que instalar una pista de hielo en una ciudad mediterránea, con altas temperaturas, supone que su mantenimiento va a conllevar «una agresión en toda regla a los valores de la sostenibilidad».