Valencia

Vicente, el empresario que renació con éxito de sus cenizas al quedarse ciego

"Hay muchas vidas en una vida", asegura Vicente Campos, un empresario valenciano que se quedó ciego cuando rozaba los 30 años y que, lejos de hundirle, superó con nota el "reto"de esta discapacidad hasta el punto de afirmar que ahora es "inmensamente más feliz"que cuando veía.

Propietario de la empresa Control de Carnes SL, dedicada al desarrollo de proyectos en el sector cárnico, relata en una entrevista con EFE cómo de ser un empresario de éxito pasó a la "más absoluta ruina"y, tras quedarse ciego y gracias a amigos que confiaron en él, renació de sus cenizas personal, familiar y laboralmente.

Nació en Montserrat (Valencia) hace 49 años y como no le gustaba estudiar comenzó a trabajar muy joven en el matadero de Valencia, de la mano de su padre y de su tío.

Su "habilidad innata"para calcular el peso del ganado y clasificar los animales le dirigió al mundo de la compraventa y a crear en Valencia una pujante cooperativa de ganaderos.

Con apenas 21 años creó su propia empresa de compraventa de carne, en una época en la que "la palabra lo era todo, tenía un valor", pero dos grandes empresas de supermercados le adeudaron una gran suma de dinero que abocaron al negocio al cierre en 1991.

Las deudas le acuciaron y los bancos no le ayudaron. Desconoce si fue una "casualidad o causalidad"pero en ese momento comenzó a desarrollar la enfermedad que le dejó ciego.

Al cerrar su empresa se vio en un callejón sin salida -"vivir conmigo era imposible", admite- y se separó de su mujer, con quien tenía un hijo que ahora tiene 22 años, Alex, quien precisamente fue su primer báculo.

"Me ayudó a superar mi ceguera, la tratamos como una aventura y juntos cocinábamos, hacíamos compras 'inteligentes' y con mi mano sobre su cabeza, nada nos pudo parar", confiesa.

Arruinado, volvió a Montserrat con su padre y entonces comenzó a ver borroso: le diagnosticaron que sufría el síndrome de Behçet, una enfermedad autoinmune que en menos de dos años le dejó ciego.

El desarrollo de la enfermedad fue "un tsunami", con varias tromboflevitis asociadas que le impedían caminar; hospitalizado, le inyectaban cortisona dentro de los ojos para aliviar el dolor, tan intenso que finalmente tuvieron que quitárselos.

"Al final la vida es una cuestión de mínimos y para mí, quedarme ciego era una ganancia", afirma para recordar que en aquel momento su futuro inmediato "era sobrevivir".

Pero entonces contactaron con él José María y Vicente, dos amigos con responsabilidades en Mercadona y El Corte Inglés, que le dieron la oportunidad de volver al negocio de la carne: "Creyeron en mí cuando yo ni siquiera creía".

Comenzó entonces su recuperación empresarial como gestor y ahora Campos representa a varios de los grandes grupos cárnicos a nivel europeo: esa es su "gran moraleja", que hay "muchas vidas en una vida".

A su juicio, muchas veces se mitifica la superación cuando una persona ciega es "normal y corriente", que solo se diferencia a la hora de cómo ubicarse. ¿La base del éxito? "Trabajo duro y cumplir todo lo que digo".

Alaba también la "grandísima suerte"que tuvo al conocer a su actual mujer, Pilar, cuando ella daba "por accidente"un curso en la ONCE y de quien se deshace en elogios -"extraordinaria, inteligente, fuerte y tremendamente positiva"- para aseverar que este matrimonio es "lo mejor"que le ha pasado en su vida.

Con el móvil como principal herramienta de trabajo -"puedo hacer exactamente lo mismo que cualquier persona que vea. Ser ciego es ahora bastante fácil", defiende-, "Tinto"es ahora su perro-guía, un labrador azabache que intenta llenar el hueco dejado por "Eashta", su inseparable lazarillo canino con quien convivió doce años.

Aunque el trabajo es su "deporte preferido", le gusta mucho escuchar música y leer, a pesar de que cuando estudiaba era incapaz de terminar un libro: "Uno aprecia las cosas cuando las pierde, es una actitud lamentable pero cierta".